El cerebro y la música
Por: Sharon Rapoport
Habrás notado que tu bebé, aun desde los primeros meses, responde de alguna manera a la música: se tranquiliza, presta atención, mueve sus manos. No es tu imaginación. Los investigadores sostienen que el cerebro
El cerebro musical
Durante los primeros años de vida, el cerebro construye conexiones en respuesta a una variedad de estímulos: de esta manera es como aprendemos. Mientras exista mayor número de conexiones, es más fácil para el cerebro procesar la nueva información. La música fomenta el establecimiento de estas conexiones debido a la diversidad de facetas del cerebro que se estimulan al escuchar y practicarla.
Ésta puede alterar la constitución cognitiva del niño, es decir, la forma en que piensa y aprende. Las conexiones establecidas no sólo favorecen las aptitudes musicales, sino que fomentan habilidades tan diversas como el lenguaje y las matemáticas.
Los investigadores consideran que la ventana de oportunidad para el aprendizaje de la música -el período crítico para el establecimiento de conexiones neuronales durante la vida de una persona-, se extiende entre los tres y los diez años. ¿Qué puedes hacer para aprovecharla? Canta con tus hijos, toca música melódica y estructurada. Si tu hijo demuestra interés o aptitud musical, dale un instrumento desde temprano. Si alguna vez lo has intentado, sabrás que aprender a tocar un instrumento parece más difícil ahora que cuando eras niño. Sin embargo, quienes aprenden durante su infancia, pueden recordar la habilidad con facilidad en la vida adulta, aún cuando hubieran interrumpido la práctica años atrás.
¿Rock, rap, música clásica?
Aunque existe una enorme evidencia de que las composiciones de Mozart, por su simetría, emulan los patrones de las ondas cerebrales en los bebés, no es necesario limitarse a la música clásica para estimularlos. Experimenta con distintos ritmos, tempos y géneros. Recuerda que en la medida en que disfrutes la experiencia, estarás comunicando este amor por la música a tu bebé. En el proceso de estimulación es la interacción entre padres e hijos. Arrulla a tu bebé con música, baila con él, juega a “Los Maderos de San Juan”.
La música es una forma natural de comunicación con el bebé, y los padres instintivamente la aprovechamos. Inconscientemente, les hablamos “cantadito”. Sabemos que la música les ayuda a formar asociaciones mentales y recordar ciertos eventos. Por ello utilizamos canciones para enseñarles distintas cosas -desde lavarse los dientes hasta recoger el cuarto-, en eventos familiares significativos, y como parte de la rutina a la hora de dormir.
A cantar, a cantar, todo el mundo…
Opta por canciones con sonidos que el bebé pueda imitar fácilmente, incluyendo los de animales. Utiliza tus manos como una manera de involucrar al niño en la canción. Las canciones que incluyen movimientos corporales ayudan a promover la conciencia corporal. Para los bebés pequeños prueba canciones simples como “tortillitas de manteca”; para los mayorcitos, otras que involucren todo el cuerpo, como “El calentamiento”. Cuando tengan mayor coordinación en las manos, puedes enseñarle canciones como “Itsy Bistsy Araña”. Deja que tu hijo te guíe, y no te olvides de disfrutar.
Alrededor de los dos años, puedes animar a tu hijo a intentar tocar el xilófono, piano o un teclado electrónico. Estos instrumentos fomentan la coordinación en los dedos y ayudan a entender las relaciones espaciales. La instrucción formal de un instrumento puede comenzar desde los tres años. Ten presente, sin embargo, que la clase debe estar orientada hacia la diversión, y no convertirse en un ejercicio rígido. Un maestro de música que se especialice en niños pequeños debe enfatizar los conceptos básicos musicales, tales como alto y bajo, suave y fuerte, rápido y lento, en vez de enfocarse a enseñar piezas musicales específicas. En última instancia, la meta no es convertir a tu hijo en el siguiente Beethoven, sino ayudarlo a alcanzar su máximo potencial y a divertirse en el proceso.
La música y las matemáticas
Los nuevos estudios sostienen que la música conforma al cerebro para el razonamiento espacio-temporal, es decir, la habilidad para entender radios, fracciones y proporciones en el tiempo y el espacio.
Música para dormir
La música es una herramienta para lograr una de las metas más arduas en la vida cotidiana de algunos padres: poner a dormir al bebé. El mejor tipo de música para inducir el sueño es tranquilizador tanto para el bebé como para sus padres. No te hagas ilusiones. La música rock, especialmente si es arrítmica o turbulenta, no cae dentro de esta categoría. Los bebés prefieren música clásica con ‘tempos’ que suban y bajen lentamente, como la de Mozart, Ravel y Vivaldi. Busca música simple y consistente, como la de flauta y guitarra clásica. Las cajas o móviles musicales con melodías de cuna clásicas también ayudan a tranquilizar al bebé.
Para que aprenda a hablar… ¡canta!
Los investigadores creen que el canto afecta a un mayor número de centros cerebrales relacionados con el lenguaje, de lo que lo hacen las palabras sin música. Así es que olvida las inhibiciones y ¡cántale!. Repite las mismas canciones favoritas una y otra vez, hasta que le sean familiares al bebé. Estarás estableciendo un buen comienzo para el desarrollo del lenguaje.
Terapia musical
La terapia musical se utiliza para lograr cambios en la conducta del bebé y facilitar el desarrollo de sus habilidades de comunicación, sociales, emocionales, sensoriales, motrices y cognitivas. Como parte de la terapia, los niños cantan, tocan un instrumento o escuchan música. La terapia musical ha probado ser eficiente en niños con condiciones que van desde el Síndrome de Déficit de Atención, hasta pacientes con cáncer, que requieren tratamientos médicos desestresantes.
Algunas investigaciones sugieren que la terapia también es útil al bajar la presión y ritmo cardiaco de los bebés prematuros con problemas respiratorios y de alimentación, así como para eliminar los signos de estrés en ellos.