¿Reflujo?
Por el Dr. Jaime Cortina, Revista Bebé, Ed. 35
Podríamos afirmar que la mayor parte de las regurgitaciones corresponden a lo que se llama reflujo fisiológico, que es normal y es cuando el bebé arroja pequeñas cantidades de leche. A menudo aparecen cuando el bebé repite el aire deglutido (Eructo).
El vómito se refiere a la expulsión forzada del contenido gástrico. Cuando este síntoma es constante, puede significar un problema más delicado que necesita estudiarse con mayor profundidad. En términos generales suele ser benigno y estar causado por trastornos de la alimentación. Sin embargo, es sumamente importante su estudio para descartar enfermedades más graves, como infecciones urinarias o digestivas, además de causas anatómicas del aparato digestivo como pueden ser Reflujo gastroesofágico, Estenosis del píloro y Hernia hiatal.
Una causa común de vómitos es el Reflujo gastroesofágico. Esta entidad puede existir a cualquier edad, tanto en niños como en adultos. Sin embargo, en el primer año de la vida, el reflujo aparece con mayor frecuencia dando origen a un cuadro clínico muy particular.
Las causas de este padecimiento se deben a la inmadurez funcional del esfínter esofágico inferior (una válvula que se encuentra entre el esófago y el estómago y no permite el regreso de los alimentos) que genera episodios de relajación del esófago inadecuada. Los síntomas se presentan después de cada comida, donde el bebé vomitará copiosamente. Obviamente, el paciente se siente molesto, llora mucho y se encorva hacia atrás cuando come. Como consecuencia del reflujo, los ácidos del jugo gástrico inflaman la mucosa de la parte inferior del esófago.
Para el diagnóstico es muy importante observar al bebé mientras come, para descartar otras causas que produzcan vómito y en esa forma el pediatra pueda analizar correctamente al bebé para un diagnostico apropiado.
La duración del reflujo asintomático es de aproximadamente 12 meses. A partir de esa edad, los síntomas van desapareciendo en forma espontánea debido a la maduración del esfínter inferior del esófago, además de que el bebé adquiere una posición erguida y los alimentos sólidos que sustituyen a los lácteos dentro de su dieta le benefician.
El reflujo grave es raro y se asocia a complicaciones importantes, como retraso del crecimiento, problemas de alimentación, infecciones respiratorias, inflamación del esófago, apneas en los niños prematuros, etc. Para el diagnóstico, el primer paso es observar al bebé en sus alimentos y darse cuenta de los hallazgos clínicos, para poder realizar el diagnóstico. Se valoran principalmente las técnicas de alimentación, el tipo de vómito, es decir, si es en proyectil o solamente es el regreso de la leche en forma normal (regurgitaciones). Luego de analizar la respuesta del paciente después del alimento y del vómito, se lleva a cabo una exploración del abdomen para descartar otras patologías. Ocasionalmente, los estudios de Rayos X nos pueden ayudar para descartar otro tipo de patología en el estómago, como puede ser la hipertrofia del píloro, hernia hiatal y algunas otras menos frecuentes.
El procedimiento más confiable
Para el diagnóstico del reflujo patológico el procedimiento más confiable es sin duda la determinación de la acidez en el fondo del esófago (phmetria). En algunos casos, está indicada la gastroscopía, para observar el interior del esófago y el estómago, y evaluar en qué condiciones y cuáles son los hallazgos, tanto del esófago como del estómago, para indicar una terapéutica adecuada para el bebé.
Tratamiento
El reflujo discreto se trata con alimentos espesados con fórmulas especiales antirreflujo. Igualmente, se debe mantener erguido al bebé con elevación de la cabeza a 30º, sobre todo durante la alimentación y el sueño. Existen camas especiales antirreflujo, pero en caso de no contar con ellas, se puede levantar la cuna o el moisés a 30º. Y, para evitar el deslizamiento del niño hacia abajo, se colocarán en el colchón unos “boxers” de adulto fijados con alfileres de seguridad o bien zurcidos con aguja al colchón y se pondrá a dormir al bebé con las piernas dentro de éstos.
Los fármacos que favorecen el vaciamiento gástrico son usados por receta del médico y en ocasiones los antiácidos mejorarán las molestias ocasionadas por la acidez del esófago.
La cirugía se reserva para los reflujos graves que ponen en peligro la vida, como la estenosis esofágica, o la aspiración pulmonar grave.
Un padecimiento que es muy importante descartar cuando un bebé pequeño vomita es la estenosis congénita del píloro. Este padecimiento es más frecuente en el sexo masculino (5 a 1) y ocurre principalmente en los primogénitos. La causa es el engrosamiento del músculo del píloro al final del estómago produciendo una obstrucción. El alimento no pasa del estómago al intestino delgado, y el bebé vomita en forma violenta en proyectil después de cada alimento.
Generalmente, este padecimiento se manifiesta entre las dos y tres semanas de nacido. El bebé sano, sin ninguna patología, empieza a vomitar ocasionalmente después de comer, y poco a poco ese síntoma se va acentuando, hasta que el bebé vomita violentamente todos los líquidos o alimentos que se le ofrezcan . El bebé no da muestras de inquietarse y tiene buen apetito, pero es muy importante hacer un diagnóstico temprano, ya que en caso contrario, el paciente se deshidrata , no se nutre y pierde peso. Éste se puede hacer cuando el médico toca el abdomen y encuentra un píloro grueso (oliva pilórica).
En caso de que no sea posible tocarlo, se puede recurrir a un estudio radiológico dándole al bebé un medio de contraste y encontrando así un píloro grande que no permite el paso del medio. Actualmente, se puede hacer el diagnóstico por medio del ultrasonido, donde se puede observar el píloro agrandado.
El tratamiento siempre es por cirugía, la cual se lleva a cabo mediante un procedimiento sencillo y con poco riesgo, en el que el cirujano practica una incisión en el músculo pilórico engrosado y el resultado es casi siempre satisfactorio. Luego de unas horas el bebé se empieza a alimentar en forma normal. Hay que hacer notar que los bebés operados de este padecimiento tienen mayores posibilidades de tener reflujo gastroesofágico.