El bebé llora y llora
Pocas cosas inquietan más a una madre, sobre todo si es joven y primeriza, que oír llorar a su bebé sin comprender por qué lo hace. Existen claves que puede aprender y que le ayudarán a identificar la causa de ese llanto.
Es verdad que, en ocasiones, los bebés lloran por motivos que a los adultos nos parecen poco razonables, como el aburrimiento o el simple deseo de que un adulto se ocupe de él.
Aunque en apariencia esto parezca irrazonable para un adulto, se debe recordar que un bebé es un ser terriblemente vulnerable, que depende en forma total de los mayores para la satisfacción de sus necesidades básicas. Así que es natural que de pronto empiece a llorar con desesperación ante el temor de haber sido abandonado a su suerte.
Por eso es perfectamente razonable levantarlo en brazos y arrullarlo unos momentos para tranquilizarlo. Por lo general, el bebé capta el mensaje (“no estás solo, yo estoy contigo”) inmediatamente y deja de llorar. Pero si no sucede así, hay que buscar otras posibles causas.
Las más frecuentes son: que esté sucio o mojado; que tenga hambre o sueño, o que algo le esté doliendo o lastimando.
Los pasos a seguir
Si el bebé sigue llorando, se debe revisar su pañal y cambiarlo, si es necesario. También es recomendable hacer una revisión de toda su ropita, para asegurarse de que ninguna parte de ella lo molesta.
En caso de que resulte evidente que tiene hambre, es necesario hacer una revisión del tipo de alimentación que está recibiendo, con la ayuda del pediatra, y hacer los cambios que éste recomiende.
Con autorización del pediatra y después del período de lactancia, se le puede dar un poco de té en un biberón o dejar que lo tranquilice el chupón, para no alterar su rutina de alimentación. Pero siempre es más aconsejable la paciencia y dejarlo que llore cinco o 10 minutos.
El exceso de luz, de ruido, el calor, el frío o la falta de oxígeno en un lugar cerrado, son también factores que se deben considerar para verificar que no estén molestando al bebé.
Por último, y tal vez lo más importante, examina con objetividad tu propia vida. ¿Es apacible, serena, bien organizada? Una madre nerviosa, angustiada o tensa, transmite su estrés a su bebé, lo que afecta la capacidad de descanso y de bienestar en él.
Un bebé sano, bien atendido por una madre tranquila y amorosa, dormirá muchas horas al día y llorará muy poco, porque es un bebé básicamente feliz. En cambio, un hogar donde hay tensiones, gritos y violencia o angustia, tendrá un bebé inquieto y llorón, que duerme poco y mal.
Molestias físicas frecuentes
Los bebés pueden llorar, asimismo, porque no se sienten físicamente bien. Si cuando llora un bebé, se retuerce, encoge y estira sus piernitas o suelta gases, significa que está sufriendo de cólico. Su pediatra puede recomendar un medicamento adecuado para su edad y estado físico, lo que le quitará inmediatamente la molestia.
Si el bebé se lleva una mano a la cabecita o parece querer tocarse una oreja, es posible que esté sufriendo un dolor en el oído. No trates de curarlo con remedios caseros, como las gotitas de aceite caliente. Habla con su pediatra para que te diga exactamente lo que debes hacer.
Las alteraciones de la temperatura corporal son bastantes frecuentes en los bebés y deben ser atendidas siempre por su pediatra. La fiebre es sólo un síntoma y el especialista es quien sabe lo que indica y cómo se debe tratar. Los remedios caseros no son aconsejables porque posponen la aplicación, a tiempo, de un tratamiento adecuado.
En el caso de diarrea y vómito, por ejemplo, unas horas de descuido pueden llegar a tener consecuencias fatales. El niño pequeño se deshidrata en poco tiempo y debe ser atendido por un médico antes de que se presente el primer síntoma de deshidratación.