EL CEREBRO DE MI BEBÉ
Por Raquel Azses
Un recién nacido muestra un limitado conjunto de capacidades si las comparamos con las que irá adquiriendo con el transcurso de los años. Y la mayoría de habilidades que posee están relacionadas con su supervivencia, por ejemplo, succionar para poder alimentarse, llorar para atraer la atención de su madre, etcétera.
Esta total indefensión es consecuencia de un cerebro en formación. Pero esta circunstancia conlleva una enorme ventaja: el bebé será capaz de adaptarse mucho mejor al entorno y a las circunstancias cambiantes. .
Estructura cerebral
Cuando un bebé nace, su cerebro es un enorme conjunto de neuronas a la espera de formar la intrincada estructura cerebral que de adulto le permitirá hablar, leer, razonar y sentir. Pero hay billones de neuronas que aún no han sido activadas y que tienen la potencialidad de formar parte de cualquier proceso cerebral futuro. El máximo desarrollo neuronal coincide con la etapa que va desde el nacimiento hasta los tres años de edad, para luego decrecer y prácticamente extinguirse a la edad de seis años. A partir de ese momento, las interconexiones neuronales del cerebro ya están establecidas y los mecanismos de aprendizaje se asemejan a los de un adulto.
Además de la importancia de las neuronas, son fundamentales las conexiones que entre ellas se establecen para formar los circuitos o redes neuronales. Si bien una neurona aislada realiza una misión simple, millones de ellas interconectadas entre sí son capaces de realizar las más complejas tareas. Es el conjunto de neuronas y sus conexiones lo que establece la auténtica potencialidad del cerebro humano.
Para aprovechar esa capacidad hay otro factor que es el verdadero responsable del complejo entramado de neuronas y conexiones: el entorno. Son los cientos de miles de estímulos externos que recibirá un bebé en sus primeros años lo que acabará de perfilar sus circuitos cerebrales.
La experiencia durante los primeros años de vida no son tan sólo recuerdos, sino que es fundamental en la construcción del cerebro. Es necesario proporcionar los estímulos adecuados durante un periodo de tiempo preciso para que la estructura cerebral se forme correctamente.
Al parecer nuestro cerebro actúa bajo el principio “úsalo o piérdelo para siempre”. Si no se produce la estimulación de un área a tiempo, las neuronas mueren y ya no resulta posible recuperar esa función.
Ahora sabemos que podemos influir positivamente en el desarrollo neuronal de nuestros hijos; pero, el tiempo que tenemos para ello es limitado. Es una especie de carrera contra reloj en la que no hay una segunda oportunidad. No obstante en la sociedad actual el número de estímulos que recibe un niño es mucho mayor que en cualquier época pasada. Hoy llevamos a nuestros bebés a nadar, oímos música en todas partes, los paseamos en coche (lo que resulta muy adecuado para la estimulación del sentido del equilibrio, por cierto), escuchan idiomas diferentes, se relacionan con otros niños desde pequeños y practican un sinfín de actividades más que, sin duda, contribuyen a enriquecer las conexiones neuronales.
La estimulación temprana es una herramienta que posibilita el desarrollo del cerebro de tu bebé. Tiene por objetivo aprovechar esta capacidad de aprendizaje y adaptabilidad del cerebro en beneficio del bebé. Mediante diferentes ejercicios y juegos su intención es la de proporcionar una serie de estímulos repetitivos, de manera que se potencien aquellas funciones cerebrales que a la larga resultan de mayor interés. No sólo se trata de reforzar aspectos intelectuales, como su capacidad para la lectura o el cálculo matemático, sino que la estimulación temprana también considera los aspectos físicos, sensoriales y sociales para el desarrollo de las diferentes inteligencias.
Estimulación
No hay límites por lo que a estimulación se refiere, algunas sugerencias son: fomentar la lectura desde edad temprana, facilitar el conocimiento de otros idiomas o iniciarlos en el razonamiento lógico y matemático, la utilización de música clásica (Mozart, Vivaldi, Bach, entre otros), limitar los videojuegos y la televisión para dedicar ese tiempo a otras actividades, entre otros.
Desde luego, la decisión de poner en práctica un plan de estimulación temprana es absolutamente personal. Pero debes tener en cuenta que la maleabilidad del cerebro decrece rápidamente con la edad.