Prebióticos: ¿por qué están de moda?
Se dice que nuestro estómago es nuestro segundo cerebro: todo lo que pasa ahí afecta directamente a la salud y hasta las emociones. O bien, las emociones llegan directamente a esta zona.
La alimentación juega un papel importantísimo, así como el manejo adecuado del estrés, claro.
“La ingesta de prebióticos es de gran beneficio para la salud en general y sobre todo para el sistema digestivo, ya que fomenta el crecimiento de bacterias buenas en el intestino. Es importante no confundirlos con los probióticos, que si bien, suenan casi igual, sus funciones son distintas en nuestro organismo”, comenta Mariana Camarena, Licenciada en Nutrición y Ciencias de los Alimentos.
¿Probióticos y prebióticos, son lo mismo?
La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que “los probióticos son microorganismos vivos que, si se administran en suficiente cantidad, tienen efectos benéficos para la salud. Por su parte, los prebióticos son fibras insolubles que se encuentran en alimentos como frutas, verduras, cereales integrales y leguminosas, dicha fibra insoluble llega al intestino delgado intacta y de ahí pasa al intestino grueso, donde es fermentada por las bacterias que habitan en el colon. Este proceso de fermentación está estrechamente asociado con una mejor salud intestinal y con la prevención de muchas enfermedades.”
¿Cuánto es lo recomendable?
“Expertos recomiendan consumir de 5 a 20 gramos de fibra prebiótica al día.[1] Ingerir dicha cantidad se relaciona con una mejor función intestinal por su habilidad de incrementar el peso de las evacuaciones; contribuye a sentirnos satisfechos, gracias al tiempo que nos lleva masticar los alimentos ricos en fibra; favorece la absorción de calcio y otros minerales gracias a su proceso de fermentación en el colon y puede reducir la inflamación y otras infecciones estomacales como la diarrea,[2]”, comenta la experta.
Pero, ¿cuáles alimentos son ricos en prebióticos?
Las verduras como espárragos y cebolla; en tubérculos como el camote; en frutas como las manzanas y plátanos; en leguminosas como los frijoles y garbanzos; en semillas como la linaza; y en los cereales como la cebada, avena y salvado de trigo.
Toma en cuenta que también hay productos en el súper, ya procesados, como los cereales Nutri Digest® de Kellogg’s®, que pueden incluirse en una merienda familiar.
Con información de Mariana Camarena
Licenciada en Nutrición y Ciencias de los Alimentos
www.nutricionactiva.com.mx
[1] International Scientific Association for probiotics and prebiotics™
[2] Slavin J. (2013). Fiber and prebiotics: mechanisms and health benefits. Nutrients, 5(4), 1417–1435. doi:10.3390/nu5041417