A trabajar el matrimonio
Debemos saber que la intervención temprana en los problemas es la clave para poder resolverlos, en lugar de tratar de solucionarlos cuando las dificultades ya están encima. Para poder afrontar los conflictos debemos poner énfasis en una comunicación estructurada en la pareja. Aun cuando el matrimonio se encuentra sobrecargado por la vida moderna, hay que encontrar la manera de romper los malos hábitos y encontrar un tiempo cada semana para hablar de los problemas que van surgiendo.
Lo que hay que tomar en cuenta a la hora de hablar, es que debemos utilizar la palabra “YO”, no “TÚ”, de tal forma que cuando hablas, digas lo que tú sientes o necesitas, sin acusar al otro de nada. Además hay que tomar turnos para hablar, sin interrumpir al otro. Y el que está escuchando debe parafrasear lo que el otro dice, para dejar claro que está entendiendo. Además, se deben permitir los “tiempos fuera”, es decir, se vale que uno de los dos se sienta tan enojado que deba dejar la habitación en la que se encuentran, para tener un descanso emocional. Por ejemplo, si tu esposo está tan molesto y quiere estar solo por un rato, hay que dejar que pase ese momento, aunque tú quizá prefieras hablar cuando estás enojada.
Por otro lado, siempre hay que ser sincero con la pareja acerca de todos los temas. Cuando surja un problema, no debes tratar de esconderlo. Es más, incluso cuando la pareja no se dirige la palabra, aún se están comunicando, sólo que no quieren oír lo que el otro tiene que decir. Pero recuerda, la comunicación no tiene ningún sentido, si no se quiere obtener un mensaje.
Encontrar soluciones
Las dificultades en las relaciones son inminentes, pero, para crear el clima correcto hay que resaltar las cosas positivas, como el amor, el afecto, el interés del uno en el otro, el buen humor, el apoyo. De cualquier forma, el primer paso para encontrar soluciones a largo plazo es aceptar, antes que nada, que hay problemas que de plano no se pueden solucionar, ya que a pesar de ser pareja, son seres individuales y hay temas en los que no van a estar de acuerdo. Así que hay que focalizar la energía en asuntos que sí tengan solución. Cada día debemos construir el lazo afectivo y la amistad con el otro para poder reparar los conflictos y salir adelante siendo felices.
Lo importante es reconocer nuestras debilidades y mejorar para lograr ser un individuo más fuerte, auténtico y con mayor integridad. Para ello debemos luchar contra los cuatro principales factores que hacen que una unión sea inestable:
– La crítica: “Tú nunca, Tú siempre…”
– El estar a la defensiva: “¿Quién, yo…”
– El desprecio: “Eres tan tonto como para no darte cuenta”
-Indiferencia: “Voy a hacer como que aquí no pasa nada”.
Evitar exigir
Recuerda que cada uno debe ver por sí mismo y tratar de ser mejor cada día, sin hacer al otro responsable de nuestra propia felicidad. La pareja no puede adivinar todo el tiempo lo que necesitas o lo que estás sintiendo, pero muchas veces te hace ver cosas que tú no habías querido ver, y a partir de ahí, a ti te toca mejorar. Esto ayuda muchísimo a ir resolviendo tensiones en la vida matrimonial. Una vez que tu resuelvas tus propios conflictos, podrás buscar el amor que el otro te ofrece, que es muy diferente a exigir.
Así, cuando hayan llegado a conocerse y se acepten el uno al otro, podrán sentirte seguros al hablar de sus sentimientos, sus necesidades y sus miedos. Una vez que los dos sean sinceros, les sorprenderá ver que los sentimientos que todos tenemos atrás de ciertos comportamientos hostiles, no significan rechazo al otro, sino la necesidad de tener un contacto real con la pareja. Lo importante es que los conflictos y esas malas rachas ayuden a fortalecer la relación, no lo contrario.
Fuente: How your love life keeps you healthy. Time, 19 de enero ‘04.