No abuses del “no”
El establecimiento de límites, que es fundamental para la educación de un niño, nos obliga a usar con frecuencia la palabra “no”. Sin embargo, con un poco de habilidad podemos evitar el abuso de ella
Todos los educadores modernos están de acuerdo en que la clave para educar bien a un niño, desde la cuna hasta la adolescencia, es establecer límites muy claros de conducta. El niño debe saber qué es lo que le está permitido y qué es lo que no puede hacer, tanto dentro de su casa como fuera de ella.
En el bebé los límites están basados en la protección física del propio niño y en los inicios de la disciplina. Cuando deja de ser bebé, el niño necesita límites para aprender buenos modales, sentido de responsabilidad, seguridad en sí mismo y respeto a la autoridad. Cuando no se dan límites perfectamente claros, el niño se siente inseguro, desorientado, indeciso, sin saber cómo debe comportarse en un mundo que es nuevo para él.
Así que una de las mejores pruebas de amor que un padre puede dar a su hijo es irle fijando límites, de acuerdo con su edad, su capacidad de comprensión y su aptitud para obedecer.
Por supuesto, fijar límites entraña órdenes negativas y prohibiciones para el niño, que requieren el uso de la palabra “NO”. Sin embargo, cuando abusamos de ella, el niño termina por no aceptarla y llega el momento en que parece que ni siquiera es capaz de escucharla.
¿Hay manera de establecer límites, sin abusar de la palabra “NO”?
Claro que sí, mediante el uso de estrategias que cumplan ambos requisitos. Esto es, que fijen los límites sin requerir un exceso de negativas.
Las estrategias a seguir:
- Explica a tu hijo, con toda la claridad que sea posible y de acuerdo con su edad, cuáles son las cosas que no puede hacer, como golpear o morder a sus hermanos y amigos, arrojar las cosas al suelo, o tomar objetos punzo-cortantes (tijeras, cuchillos, navajas, etcétera). Las reglas claras son fáciles de seguir; las confusas, son fáciles de romper.
- Concéntrate en lo positivo y por cada negativa que impongas, dile a tu hijo lo que SÍ puede hacer. Esto se va haciendo más importante a medida que el niño va creciendo.
- Sé consistente en los límites. No permitas al niño hacer cosas que le has prohibido, sólo porque estás muy cansada para vigilar que obedezca, o porque estás de buen humor. Los límites deben ser siempre los mismos, sin importar tu estado de ánimo.
- Procura que todos los adultos de la casa sepan cuáles son las prohibiciones impuestas al niño y te ayuden a hacerlas cumplir. Es fundamental, sobre todo, que haya un acuerdo perfecto entre tu esposo y tú sobre cómo van a educar a sus hijos y qué limites les van a imponer.
- Trata de mantener una buena comunicación con tu hijo, para que te sea fácil convencerlo de que obedecer las reglas es para su beneficio.
- Arregla las cosas de tal modo que puedas reducir al mínimo las negativas. Si tienes un bebé que gatea o empieza a caminar, trata de no poner a su alcance adornos y objetos que pueda jalar o con los que pueda lastimarse, en lugar de tener que gritarle “NO” cuando vaya a tomarlos.
- Usa otros recursos y no sólo la negativa verbal. Si un bebé está arrojando un juguete al suelo, aún cuando sabe que no debe hacerlo, simplemente quítaselo y eso le enviará un mensaje más aceptable que la palabra “NO”.
- Pon siempre reglas y límites muy razonables, que el niño pueda obedecer sin mucho esfuerzo.
- Cuando tu hijo no obedezca, no lo corrijas con palabras humillantes, ni con golpes. Trata de explicarle nuevamente el por qué de una prohibición. Si él insiste en su comportamiento, impón alguna consecuencia de acuerdo con su edad. Pero debe ser algo que el niño comprenda como una crítica a su conducta, no a lo que tu sientes por él, y que sea una imposición razonable de tu autoridad sobre él.
- Usa mucho la alabanza. Aplaude y felicita a tu hijo cada vez que lo veas cumplir una regla. A los niños les gusta que sus padres aprecien lo que hacen. Si portarse bien les atrae tu aprobación entusiasta, querrán seguir haciéndolo siempre.
LOS CINCO LÍMITES MÁS IMPORTANTES
Los límites que se imponen a los niños en una familia corresponden, típicamente, a cinco categorías:
Seguridad. “No brinques en el automóvil mientras voy conduciendo”.
Salud. Esto incluye las reglas de higiene (“lávate las manos antes de sentarte a la mesa”) y las de nutrición (“no hay postre si no has comido la sopa, el plato fuerte y las verduras”).
Buenos modales. Se debe decir “por favor” y “gracias” cuantas veces sea necesario.
Respeto a los derechos de los demás. “Se debe tocar a la puerta cerrada de una habitación, antes de entrar a ella”.
Valores morales. “Debemos tratar siempre de no herir los sentimientos de los demás y mantener el respeto y la honestidad entre todos”.