CÓMO ELEGIR EL KINDER IDEAL
Por: Sharon Rapoport
Es fácil confundirse entre las distintas opciones de Preescolar que se nos presentan. No sólo es la variedad de sistemas –Montessori, Piaget, tradicional, activo-, y los términos utilizados por los educadores lo que nos confunde. También pesan en nuestra balanza criterios como el atractivo de las instalaciones, los títulos del personal educativo y aquella voz que insistentemente repite en nuestro interior: “¿Estoy haciendo lo mejor para mi bebé?” Pero si escoges la escuela cuidadosamente, será más fácil acallar esa vocecita.
La mayoría de los padres espera que el Preescolar o kinder enseñará a sus hijos los conocimientos rudimentarios y los preparará para la instrucción académica formal que vendrá más adelante. Pero en un buen Kinder, eso es sólo parte de la historia.
El verdadero valor del kinder reside en lecciones con una estructura flexible, desarrollo de habilidades sociales, establecimiento y respeto por los límites, y fomento de la autonomía.
Es importante saber qué buscar para hacer que esta experiencia sea de lo más enriquecedora para el niño, mientras que los padres gozan de la tranquilidad de saber que el pequeño está en las mejores manos.
Qué buscar
La mejor manera de comenzar tu investigación es solicitar una entrevista con el director o directora de la escuela, y también con la maestra asignada al grupo en el que estaría tu hijo. En esa entrevista podrás expresar tus dudas, y obtener una impresión acerca del ambiente de la escuela, además de darte cuenta si encaja con tu forma de vida y tu filosofía personal. No temas parecer ridícula al hacer preguntas. El director con experiencia ha hablado con muchas mamás y papás antes de ti, y probablemente ya ha escuchado todas las preocupaciones y dudas existentes. Él o ella saben que un hijo es el mayor tesoro de sus padres, y deben mostrarse bien dispuestos a responder las preguntas a tu satisfacción.
Pide que te den la oportunidad de observar a un grupo en un día típico. Ello te dará una visión mucho más amplia del trabajo cotidiano y estilo de la escuela. Éstos son algunos de los elementos que distinguen un buen Kinder:
- Maestros que comprendan a sus alumnos. La estructura del programa anual, las actividades diarias y el estilo de enseñanza de las maestras, deben estar basados en la comprensión de la psicología del niño pequeño. El kinder debe lograr que el niño conquiste retos y domine habilidades acordes a las capacidades marcadas por su etapa de desarrollo (si quieres saber más sobre este tema, consulta el libro Las etapas de desarrollo, de Erick Erickson). Idealmente, los maestros llegarán a conocer a tu hijo como individuo. Fíjate si los maestros se arrodillan para hablar con los niños, mirándolos a los ojos, respondiendo a sus preguntas y atendiéndolos si se lastiman. Los maestros deben ayudar a los niños a resolver conflictos que surjan entre ellos, pero no siempre hacerlo por ellos. Un buen maestro le dará a los niños las herramientas para resolver sus problemas.
- Círculo mágico– Durante esta junta del grupo, los niños practican habilidades sociales importantes, tales como esperar su turno, escucharse unos a otros y sentarse quietos. También afinan sus habilidades de lenguaje al escuchar historias y canciones. Cantar es muy importante en el Kinder. Ayuda a los niños a reconocer ritmos y contar pulsos, lo que mejora su entendimiento de las matemáticas, además de que a medida que crecen, pueden vincular las palabras de las canciones a la palabra escrita, lo que fomenta la lecto-escritura.
- Artes- En el salón debe haber suficientes pizarrones, pinceles gruesos, crayolas y otros materiales, como barro, para que los niños puedan trabajar con ellos. A los pequeños les gustan los trabajos manuales; pero, además, les permiten expresar sus pensamientos y emociones cuando todavía no son capaces de hacerlo verbalmente. Por otra parte, el arte les ayuda a desarrollar un control motriz fino y un entendimiento básico de conceptos científicos. Esto sucede, por ejemplo, cuando observan la forma en que cambian los colores al mezclarse y cómo diferentes materiales dan texturas distintas. También les da a los niños una noción de la transformación de las cosas con el tiempo, al ver la pintura secar y el barro endurecer.
- Un ambiente donde se fomente la lectura– Se les debe leer a los niños todos los días. En el salón de clases debe haber varios libros disponibles y colocados a una altura donde puedan tomarlos fácilmente. También debe haber palabras visibles en todos los rincones: letreros con el nombre de objetos, tablas del clima, posters que describan las actividades de los niños, etc. Todo esto promueve la lecto-escritura.
- Rotación de tareas– La rotación de tareas les permite trabajar con distintas áreas de habilidades. Además de desarrollar un sentido de responsabilidad y de dominio de retos, algunas tareas promueven áreas aparentemente no relacionadas, como la de los principios matemáticos básicos. Por ejemplo, repartir los vasos, platos y servilletas a cada niño a la hora del lunch, los introduce al concepto de la correspondencia uno a uno.
- Objetos para practicar habilidades motrices finas– Algunas de las actividades que para un adulto resultarían inconsecuentes, tienen un importante papel en el desarrollo del niño. Adquirir las habilidades motrices finas es necesario para la escritura y se logra con actividades como ensartar cuentas en hebras de estambre para hacer collares, lo que requiere de la habilidad para coordinar ojo y mano. Juguetes como los rompecabezas fortalecen las habilidades espaciales; separar y diferenciar objetos de un grupo ayuda a desarrollar las primeras habilidades matemáticas.
- Introducción frecuente de nuevos materiales– No importa si en la escuela se acostumbra utilizar una “mesa de descubrimiento” donde se exhiben objetos como las hojas de otoño o un camión de bomberos, o se utiliza la presentación de nuevos materiales a medida que el desarrollo del niño los requiere, como en el sistema Montessori. Lo importante es que estén disponibles para el niño distintos objetos que lo estimulen, promoviendo discusiones y aprendizaje.
- Un buen salón de clases tiene distintas áreas de juego. El rincón de bloques –ayudan a desarrollar habilidades espaciales y de solución de problemas-; el área de arte; una caja con disfraces –tomar distintos roles les ayuda a procesar la realidad y desarrolla la imaginación-; lugar para jugar con agua y un arenero –además de ser divertidos, ayudan para comenzar a entender conceptos como espacio, volumen, tamaño y presión-. Todos estos son elementos indispensables en un buen salón de clases.
- Exposición de las “obras de arte” de los niños. Decorar las paredes con sus creaciones les hace sentir que su trabajo es importante. Un no rotundo cuando los proyectos de arte son previamente planeados y los niños siguen el diseño de sus maestros, en vez de expresar sus ideas propias.
- Actividad física diaria. Seguramente existe en el patio algún tipo de equipo de juego, que se utiliza diariamente. La escuela debe tener equipo como colchonetas, aparatos para escalar, triciclos o carritos y espacio donde los niños puedan jugar activamente. Los niños de tres y cuatro años todavía están desarrollando su coordinación y requieren la oportunidad de practicar las habilidades físicas básicas. No es necesario que el equipo sea nuevo, pero debe estar en buenas condiciones, ser seguro y apropiado para la edad de los niños. Es mejor que la actividad física se realice de manera no estructurada, dejando a los niños en libertad para elegir el juego que deseen practicar.
No olvides preguntar…
- ¿Tienen los maestros un título en educación de niños pequeños? ¿Asisten a talleres y a seminarios para actualizarse?
- ¿Alguno de los miembros del equipo tiene entrenamiento en primeros auxilios para niños pequeños y saben aplicar la resucitación cardiopulmonar?
- ¿Qué tan frecuente es la rotación del personal? Idealmente, la mayoría de los miembros del equipo deben haber pertenecido a la escuela por tres o cuatro años.
- ¿Cuántos maestros hay por cada alumno? Para niños de tres años, debe haber por lo menos dos adultos por cada 15 niños; para los de cuatro años de edad, dos adultos por cada 18 niños.
- ¿Los objetivos se basan en lo académico? Para niños de entre tres y cuatro años, es muy temprano para la instrucción formal. Los niños deben aprender haciendo cosas, no por medio de discursos. La mayoría de las escuelas modernas ponen énfasis en el desarrollo socio-emocional del niño. Recuerda que cuestiones como el fomento de la autonomía y la aceptación de límites desarrollan la seguridad, creando un excelente fundamento para una exitosa vida personal y académica.