Los sentimientos de mamá
Desde el momento en que nos enteramos que vamos a ser madres una ola gigante de sentimientos llena nuestro corazón y estómago. Puede ser muy difícil generalizar la experiencia, porque va a depender del contexto y la historia de cada una, pero lo que sentimos en ese momento es tan único como el ser que está creciendo dentro de nosotras y pienso que compartimos muchos de esos sentimientos de mamá que nos rodean.
La maternidad está llena de sentimientos polarizados y ambivalentes, es como una montaña rusa que sube y baja, existen momentos únicos e inolvidables, pero también otros que muchísimas veces queremos pasar de largo, que nos enfrentan a cuestionarnos quiénes somos y qué somos capaces de hacer. Volverte madre es redescubrir la vida en muchos aspectos, es conocer una nueva parte de ti, que no podía haber existido sin tu condición de madre. A lo largo de los años que llevo en esta bonita y mágica profesión de la maternidad, he experimentado muchísimos sentimientos y justo en esta etapa de mi vida he descubierto lo sanador y necesario que es dejarlos fluir. Por mucho tiempo me sentí muy sola, me costaba mucho trabajo abrirme a hablar y mostrar el remolino que la llegada de mis hijos había provocado en mí, me daba pena y miedo, pero hoy me gustaría escribir un poco sobre los sentimientos de mamá que mi red y yo hemos experimentado en este camino.
La culpa. Me gustaría empezar hablando de este fuerte sentimiento que todas hemos vivido, la culpa por no pasar suficiente tiempo con ellos o por consentirlos demasiado y dejarlos crecer con apego, por trabajar y por no hacerlo, por tener otros intereses y desear una vida donde la realización no dependa de la maternidad, pero también la hemos sentido cuando nos llenamos el corazón de orgullo por la gran labor que desempeñamos como madres. La culpa viene en gran parte del exterior que nos dicta un modelo a seguir y nos da un mandato de como se tiene que vivir esta etapa de nuestras vidas, estándares imposibles de alcanzar y, sobre todo, un juicio a las decisiones que tomamos por la gran responsabilidad que implica que esas pequeñas y maravillosas vidas dependan solo de nosotras. El mundo lo dice así, pero tenemos que saber y reconocer que todas las decisiones que tomamos son desde el amor y eso siempre será la mejor elección para nuestros hijos.
Sentimientos de mamá.
El miedo. A veces nos volamos la cabeza intentando descubrir cómo ¨hacer bien¨ las cosas para nuestros hijos, aún recuerdo el pánico que sentí cuando no sabía como detener su pequeña cabeza con un día de nacido, después se convirtió en el miedo a que algo lo lastimara, a que se lastimara a sí mismo e incluso a que yo lo hiciera. Ahora me encuentro con dos pubertos en casa a punto de entrar a la adolescencia y muero de miedo como el primer día, los hijos nos mueven todo el piso y nos llenan de inseguridades, nos hacen sentir que no somos lo suficientemente buenas o que no merecemos a tan maravillosas criaturas, pero ahí viene lo de el contraste, conforme va pasando el tiempo nos vamos llenando de seguridad y fortaleza. Sabemos que nunca más vamos a volver a estar solas en el mundo y la forma en que ellos nos miran nos hace sentir seguras e invencibles.
La ternura. Alguna vez una amiga me dijo que la ternura era una herramienta para sobrevivir a este mundo que se ha puesto tan difícil, pero creo que no lo entendí del todo hasta que mi hijo de nueve años cortó una flor de nuestro jardín y me la entregó solo por que si, solo por que se acordó de mí, o cuando mi hijo de diez años me dijo que yo era una Maiasaura, que significa buena madre, el corazón se me llena de ternura y pienso en lo pequeños que eran, como podía pasar horas contemplando y besando sus pequeños pies, lo suaves y delicados que serán siempre para mi, ahora los miro fuertes y capaces y aún así siempre logran inundar mi corazón con esos sentimientos tan dulces, que me revolucionan la forma de ver el mundo.
El cansancio. Sabemos que el maternar es una labor muy ardua, que conlleva mucho tiempo y esfuerzo, físico, mental y emocional. Existen momentos del día donde quisiéramos apagar el interruptor que nos mantiene en pie, solo por unos minutos para no tener que seguir con el dia a dia, las prisas, los compromisos, las responsabilidades, a veces esto puede causar mucha frustración y agotamiento por eso es indispensable darse espacios en los que puedas salir de ese rol materno y permitas a tu cuerpo, pero sobre todo a tu mente, descansar.También es muy importante dejar de cargar expectativas o decretos que nos lleven a la frustración y el enojo.
El amor. Sinceramente yo creo que no hay otra manera de conocer el amor, al menos desde mi experiencia. Ser mamá me llevó a probar una nueva capacidad de amar y ser amada. El poder entregar lo mejor de mi persona y tomar decisiones guiada únicamente por el amor es una de las mejores cosas que me ha dado esta experiencia, me ha permitido conocer lo mucho que puedo llegar a sentir y a compartir con los que amo y me rodean. No perder nunca la capacidad de asombro y sentir en el corazón algo que no tiene límites ni explicación, algo que pese a todos los sentimientos complicados que pueda llegar a sentir siempre va a predominar, aquello que moverá todas y cada una de mis acciones siempre va a ser el amor.
Podría pasar días, escribiendo y tratando de explicar todo lo que en diez años se puede sentir, pero creo que es más reconfortante y mágico salir y vivirlo. Disfrutarlo al máximo y dejar que cada sentimiento ocupe su lugar dentro de mi maternidad, sin juzgarme y sin juzgar a las madres que me rodean, permitiéndonos sentir al máximo.
Cuéntame, ¿qué sentimientos de mamá has experimentado tú?