Lucha de poder en la pareja
Uno de los mayores retos de la pareja es negociar, ya que siempre hay necesidad de imponer decisiones o ideas sobre las del otro
La vida de pareja
Antes de ser una pareja, hay dos personas con diferentes mundos, los cuales representan la historia de sus familias de origen, de lo que han vivido, de lo que han experimentado con otras personas, de cómo se han ido sintiendo a lo largo del proceso de su propia vida. Y se suman a estos factores las creencias, ideas, gustos, pasatiempos, religión, moral personal y sobre todo sus emociones.
Al empezar a vivir en pareja, estos dos mundos se empiezan a mezclar y en muchos de los casos acoplar estos factores no es fácil y se llegan a crear fuentes de conflicto que están sustentadas en la necesidad de imponer al otro las ideas y experiencias propias, como si fueran una verdad absoluta, o como si la razón estuviera de nuestro lado.
En el inicio de la vida en pareja estos factores provocan choques y generan pequeños conflictos. Por ejemplo: reclamos porque uno expresa más afecto que el otro, incapacidad de tomar iniciativas, problemas en el reparto del tiempo libre, etcétera.
El deseo de estar con el otro, el amor, el respeto y la comunicación se ponen a prueba cuando la pareja necesita ponerse de acuerdo en algún tema en el cual ambos tienen posturas u opiniones distintas. Asuntos tan cotidianos como dónde realizar las compras de la semana o a quién le toca sacar la basura pone de manifiesto la lucha de poder que hay en cualquier pareja.
Si durante el noviazgo se pudieron experimentar algunos roces que finalmente se resolvían, la convivencia diaria del matrimonio agudiza la dificultad de complacer, conciliar y negociar.
FORMAS DE PODER
Con el tiempo, la pareja va estableciendo formas para asumir el poder y deciden, a veces sin darse cuenta, cómo y quién lo ejerce. Por ejemplo, pueden optar por que ambos den y reciban órdenes de manera equitativa, ésta sería una relación ideal, pero puede ocasionar que cada uno compita por el poder de forma sutil y encubierta.
En otras relaciones, las parejas prefieren que uno de los dos sea el que mande en la mayoría de los casos y él otro sea el que se somete y obedece. Una ventaja es que no se da la competencia, pero es muy posible que la parte sometida vaya guardando resentimiento al no ser tomado en cuenta y se manifieste de alguna forma negativa.
Algunas parejas se alternan el poder dependiendo de la circunstancia. A veces trabajan y toman las decisiones juntos y en otras alguno asume el poder. Ésta es una opción más sana, ya que se pueden apoyar más, y las competencia será menos agresiva, ya que ambos saben que tendrán oportunidad de llevar la batuta y de ser escuchados y valorados.
La lucha de poder se establece a varios rangos en la vida íntima, emocional y cotidiana por lo que es importante reconocerla y platicar con el otro sobre cómo se ejerce el poder y cómo se sienten de la forma en que lo manejan.
¿Cómo evitar conflictos?
En la vida de pareja se necesita flexibilidad y adaptación, sobre todo en la convivencia y en los cambios que se den con el tiempo. Si la pareja tiende a la rigidez e inflexibilidad de ideas y hábitos, puede llegar a asfixiarse, porque cae en la monotonía, el aburrimiento, la rutina hasta llegar al hastío, sobre todo cuando estos factores sólo satisfacen a uno de los miembros de la pareja.
El respeto entre los miembros de la pareja es fundamental. Estar constantemente manipulando y usurpando el espacio personal del compañero o compañera sentimental desencadena conflictos serios, ya que la pareja puede sentirse controlada y manipulada dentro de su espacio vital. Por ejemplo: apropiarse del celular del compañero o llamarle cada dos minutos, revisarle su agenda, controlarle las salidas, prohibirle que salga con las amistades, etcétera.
La vida moderna requiere de repartir las tareas sobre todo en el hogar, ayudar, colaborar, ser solidarios uno con el otro es uno de los pilares de la convivencia. En muchas parejas el hombre considera que al trabajar ya está exento de las tareas del hogar, y generalmente menosprecia las actividades de la mujer, cuando la mujer está dedicada al hogar.
Se trata de equilibrar la cooperación, reconociendo que ambos tienen derecho al descanso y ambos requieren atención. Cuando en la relación no hay cooperación por parte de uno o ambos miembros de la pareja la convivencia se convierte en un campo de batalla de reproches, insultos y frustración causados en muchas ocasiones por las convicciones tradicionales a las que están acostumbrados. Por ejemplo: no contribuir en las tareas del hogar, dejar de hacer las compras, olvidar con frecuencia las cosas que te encargó tu pareja o que te pidió que le ayudarás a hacer, etcétera.
Y aunado a la lucha de poder, todos arrastramos vicios como él no saber escuchar, hablar demasiado o no ponerse en el lugar del otro, los cuales son detonantes de tensión en la pareja. Igualmente no expresar afectos fundamentales como el cariño, la ternura, la calidez y la pasión, terminan por apagar la llama que enciende la relación.
TRABAJO DE EQUIPO
El matrimonio es un trabajo de equipo en que se deben establecer objetivos comunes y en donde ambos estén satisfechos sobre la manera en que se alcanzarán, siempre buscando resolver sanamente la competencia y la frustración que puede generar la lucha de poder entre los dos. Lo importante es hablar, negociar y evitar caer en insultos y reproches.