Virtudes en la infancia
Por: Laura Espinosa
Aunque parezca extraño, el hombre tiene que aprender a ser persona, ese es el sentido consciente de la humanidad, saberse alguien valioso, con dignidad y con capacidad de crecimiento. Entonces, la primera obligación del ser humano es ser persona, esto se logra por medio de las virtudes.
Al hablar de los niños, las virtudes ayudan a formar el carácter y definen la personalidad. Si enseñamos a nuestros hijos todas las que existen, aunadas a su personalidad, estaremos formando personas auténticas. Pero hay que saber que para ser virtuoso, no basta con conocer las virtudes, hay que vivirlas.
Nuestra labor como padres es enseñar a nuestros hijos a ser mejores personas a través de las virtudes. Veamos cómo puedes fomentarlas.
La formación de las virtudes
La formación de las virtudes se da en edades tempranas, ya que el niño está pasando por una época muy sensible y se encuentra en la etapa de adquisición de hábitos (de 1 a 12 años). Dicha educación empieza con el control del cuerpo, por ejemplo: las habilidades motrices, el caminar, patear, etc. y luego vienen los hábitos, como el horario de comidas, el baño, etc. Así que para que nazcan las virtudes, deben darse primero los hábitos, es decir, la repetición de acciones.
El niño habrá de identificar primero sus impulsos más elementales, como el frío, el calor, el hambre, la sed, el control de esfínteres… hasta poder controlar sus impulsos corporales y psicológicos. Si aprende primero a desarrollar una disciplina mental y corporal, podrá asumir conscientemente el sentido de su propia humanidad. Si no hay disciplina corporal primero, tampoco se da la mental. Sólo así el cuerpo podrá estar al servicio de la mente y no viceversa.
Estas son las virtudes que puedes fomentar en tus hijos de acuerdo con su edad:
- De 1 a 2 años: No lastimar a la familia, no maltratar a los animales, ser cortés con todas las demás personas. Identificar sus propias emociones, mostrar empatía hacia los demás, compartir, decir “por favor” y “gracias”.
- De 3 a 4 años: Ser equitativo, trabajar en equipo, obedecer y ser ordenado. El orden es la virtud base, ya que es necesaria para fomentar luego todas las demás. La obediencia es una virtud que no se negocia, es “hacer lo que la otra persona -que tiene autoridad sobre mi- me dice que haga”. Recuerda que las reglas no se negocian, pero de los 8 años en adelante se pueden modificar algunas.
- De 4 a 6 años: Entender que no se debe mentir, ser moderado, respetuoso, participar en conversaciones sobre valores morales, aprender a ser justo, tener caridad hacia los otros, que es la virtud general, ya que es la educación del corazón.
- De 6 a 8 años: Aprender a ser responsable de sus propias acciones. Educar en la paciencia, la generosidad y la fortaleza (que se debe fomentar siempre).
- De 8 a 12 años: Educar en la templanza, la prudencia, la perseverancia y la laboriosidad.
Actuación de los padres en la formación de virtudes
Lo que puedes hacer tú, como padre, para formar a tus hijos en las diferentes virtudes es:
- Conocer a cada uno de tus hijos, reconociendo sus puntos fuertes y débiles.
- Exigir y comprender: pide a tu hijo que realice lo que puede hacer, es decir, potencializa sus cualidades. Establece reglas, pero exponle los motivos de la exigencia.
- Crea un ambiente de confianza: cree en tu hijo y que siempre haya un diálogo entre ustedes. Nunca niegues sus sentimientos. Puedes planear actividades en común como juegos, algún hobbie, vacaciones, etc.
- Da a tu hijo diferentes responsabilidades, haciéndole ver que si no las cumple habrá consecuencias, como la pérdida de un privilegio (salir a jugar con sus amigos, no ver su programa favorito por ejemplo).
- Sé consistente: trata siempre de mantener las reglas y no decaer en su cumplimiento. La clave es poner pocas reglas en casa, pero cumplirlas, es decir, pocas, pero consistentes.
- Dale ejemplo: si quieres que tu hijo haga algo, tendrás que hacerlo tú primero. Recuerda que tus actos valen más que todas las palabras porque eso es lo que tu hijo ve a diario y tenderá a imitar.
- Plantea tus objetivos: piensa en qué le vas a exigir al 100% y en qué puedes ser flexible.
- Busca resultados: evalúa cada cierto tiempo si estás logrando educar a tus hijos en las virtudes. Si no ves avance, replantea la educación que les estás impartiendo, de modo que logres el objetivo.
Método para educar en las virtudes
Para educar virtuosamente se necesita:
- Educar la afectividad: Tener contacto físico afectuoso con tu hijo, no matar la espontaneidad en la convivencia, no reprimirlo, es decir, darle a tu hijo siempre su lugar como individuo (sin romper con los límites establecidos).
- Educar en la seguridad y en la autoestima: que gracias a tu manera de educarlo, tu hijo se acepte a sí mismo tal y como es, o sea, que se acepte y se ría de sus propios defectos.
- Educar al encuentro interpersonal: Propiciar la convivencia y que tu hijo aprenda a dar, a ser servicial con los otros. Hay que fomentar también una sociabilidad positiva, es decir, que sepa comportarse y fomentar la amistad como un elemento indispensable para la madurez individual. Finalmente que el niño haga conciencia de las diferencias con el otro sexo, es decir, que sepa tratar a las niñas o viceversa.
El sentido de las virtudes
Ten siempre en cuenta que las virtudes se deben dar por amor, ya que con ellas podrás servir a los demás. Es muy importante en cualquier etapa educar al corazón, haciendo acción social y pensando en los demás. Por ejemplo: ir a ayudar a la abuela una vez a la semana, ayudar a mamá a guardar la ropa en su lugar, etc. Que tus hijos entiendan lo que es la caridad y que sepan que “cuando yo veo que alguien necesita de mi, yo puedo hacer algo por ella”.
Tu sabes que una virtud es la base de otra, y de ahí otra, ya que se van entrelazando y si no educas al corazón, más tarde, por ejemplo, no puede haber templanza y puede que tus hijos tengan muchos problemas para medirse con la comida, la bebida, el sexo, etc.
Además, las virtudes existen por respeto a uno mismo y a los otros, y para buscar los valores propios del ser humano. Así que, para educar a tus hijos en las virtudes, hay que fomentarlas primero en nosotros mismos. Educa hoy en las virtudes, viviéndolas.