¿Rabietas a los 2 años?
Mi hija tiene 2 años recién cumplidos y desde hace unas semanas se ha vuelto berrinchuda como nunca antes había sido, no se si tiene algún problema.
Las rabietas siempre tienen algún motivo. Posiblemente se dio cuenta por casualidad de que su comportamiento daba resultados, pero lo que debe aprender es que se trata de una conducta inadecuada, que no conduce a nada y que no le ayuda en su frustración, ni le libra de una obligación, ni modifica nuestra manera de pensar con respecto a algo. El objetivo principal de la mayoría de las rabietas es llamar la atención, y esto lo consiguen, no sólo cuando les damos lo que buscan, sino también cuando le regañamos, le miramos, les hablamos intentando razonar con ellos, etc. Por ello, la forma más rápida para liberarse de este comportamiento es ignorar al niño o niña, puesto que no hay forma de razonar en medio de un arranque emocional. Si se le ignora mientras está en un lugar seguro, se le enseñará que las rabietas no son eficaces y aprenderá a utilizarlas con menos frecuencia. La mayoría de los padres hemos tenido que aguantar una serie de rabietas, especialmente del niño o niña entre dos y tres años que está intentando establecer su individualidad y pretende hacerlo todo a su manera y no como se le pide. De hecho, se trata de un signo de aumento de independencia y es bastante normal, aunque ello no significa que sea fácil de resistir, especialmente en público.
Consejos para reducir el número de rabietas en tus hijos
1- Apártate: Puedes hacer otra cosa mientras dure la rabieta, continúa la conversación interrumpida o si el niño o niña está en lugar seguro puedes incluso abandonar la habitación, observando la situación a distancia.
2- Evita mirar al niño o niña, ya que incluso una breve mirada puede prolongar la rabieta. Puedes esperar unos minutos que su llanto disminuya y decirle: “Cuando hayas terminado de llorar, vuelve y nos iremos a jugar”.
3- Cuando el niño o niña termina la rabieta hay que recibirlo como si no hubiese pasado nada, dale la oportunidad de continuar con lo que estaban haciendo, sin mencionar el incidente.
El niño o niña debe saber que se estás hablando en serio y no vas a cambiar de idea. Dile que aunque esté delante la visita o se encuentre fuera de casa, no se van a cambiar los “NO” por “SÍ”, haga lo que haga. El que un niño o niña tenga una “rabieta” es algo normal que todos de pequeños hemos tenido. Pero ¡ojo!, cuando un niño o niña va creciendo, una rabieta no es algo normal, y es consecuencia de que de pequeño obtuvo todo lo que quiso de esta forma. Por tanto, los padres tenemos a nuestro cargo la tarea de enseñar a nuestros hijos que una rabieta no le conduce a obtener cosas positivas, sino que es algo completamente inadecuado ante lo que NADIE va a ceder.
Los padres somos modelos de conducta, es decir, que nuestros hijos van a imitar muchas de nuestras conductas. Por ello, a la hora de pedir algo que queremos, tendríamos que hacerlo adecuadamente. No podemos regañar a nuestros hijos por tener una rabieta cuando nosotros mismos no somos capaces de controlar nuestro comportamiento, ni nuestro mal humor. Por consiguiente, no resulta en absoluto adecuado que nuestros hijos presencien uno de nuestros accesos de cólera. Convendría pues que en situaciones conflictivas donde estén presentes los niños y niñas tengamos un poco de autocontrol.