MÚSICA Y DESARROLLO INFANTIL
El ser humano está preparado para conocer el mundo a través de los sentidos, los sentimientos y el intelecto. El contacto con la música desde la edad infantil, incluso desde que el bebé está dentro de la mamá, contribuirá de manera importante al desarrollo integral del individuo.
Por: Raquel Azses, Revista Bebé ed. 55
Es interesante saber que durante la gestación el primer órgano que se desarrolla en el vientre materno es el oído. A partir de la semana 16 del embarazo, el bebé comienza a captar por su sistema auditivo los sonidos externos a la mamá. Aunque su cerebro aún no los puede decodificar, responde con actos reflejos. Los latidos del corazón y el fluir de la sangre de la mamá son los acordes que forman la primera composición musical que percibe un embrión.
De ahí en adelante, toda música placentera para los padres estimulará el cerebro del bebé y le facilitará más adelante cualquier tipo de aprendizaje. Está demostrado que los chicos que fueron estimulados con música desde el vientre materno nacen con una predisposición al aprendizaje mucho mayor.
Muchos han sido los pedagogos musicales que han enfatizado el valor de la música impartida desde los primeros momentos de vida como sustento sensorial para el posterior aprendizaje pues, según afirma la teoría piagetiana, las experiencias previas son la base para los nuevos conocimientos.
Un estudio sobre el desarrollo del cerebro humano realizado en la Universidad de California, halló que nacemos con 100 billones de neuronas, que se van conectando a medida que nuestros sentidos transmiten información al cerebro. Así, por ejemplo, ver la sonrisa de los padres u oír sus voces facilita la unión entre las células nerviosas del bebé. La madre embarazada y el feto en la vida intrauterina se benefician mutuamente escuchando música porque la interacción musical ayuda a desarrollar lazos de comunicación y facilita el avance del lenguaje.
– mejorar el sistema auditivo.
– Facilitar la expresión de sentimientos e ideas.
– Desarrollar la memoria.
– Desarrollar la capacidad de enjuiciar críticamente.
– Mejorar las capacidades motrices.
– Potenciar las capacidades artístico- creativas.
– Favorecer la integración socio-cultural.
– Ampliar y mejorar las posibilidades lingüísticas.
La música es el puente que permite estimular el oído para aumentar la conexión entre las neuronas. Los niños mejoran la atención, la memoria y comienzan a hablar con palabras que copian y luego logran unir. Esto demuestra que las neuronas se van conectando. Las investigaciones han demostrado que la evolución cerebral es enorme en los primeros años de vida.
Pero: ¿qué música es más beneficiosa?
Según coinciden los especialistas, toda aquella que sea placentera para los padres: desde el rock hasta la música clásica, ya sea grabada, cantada por ellos o mientras la disfrutan en un concierto o la bailan. En el vientre, el bebé no tiene todavía gustos musicales. Se siente cómodo o no según lo que le transmite la madre por la vía hormonal, es decir, a través de la sangre, y donde intervienen las emociones.
No existe una receta musical, cualquier tipo de música estimula el cerebro del bebé por igual.
La doctora Schapira sugiere para el día música tranquila y a un volumen normal para evitar traumas acústicos. Durante el sueño y las comidas, recomienda no poner música ni encender la televisión para evitar alterar la atención del chico.
Si a la hora del baño, por ejemplo, se les pone la canción «Al agua pato», cada vez que la escuchen sabrán que llegó la hora de bañarlos porque se afianza la memoria de reconocimiento y de anticipación. Los bebés aprenden a través de la rutina.
La música clásica influye en la evolución, no modifica, no va a aumentar el coeficiente de inteligencia en la evolución intelectual y emocional de quien la escucha.
La música de Mozart con respecto a la de otros compositores posee propiedades muy particulares que la distinguen como son los ritmos, las propias melodías, la métrica, el tono, el timbre y las frecuencias de su música parece que estimulan el cerebro humano, especialmente en aquellas zonas relacionadas con el hemisferio derecho ( donde radican las funciones espacio-temporales). Esta música no sólo activa nuestras neuronas, sino que influye también en la concentración, la atención y la memoria, y por ende, en el proceso del aprendizaje.
Ciertamente no toda la música de Mozart produce los efectos, aunque toda ella sea recomendable: parece ser que la que consigue mayor incidencia a nivel cognitivo es frecuencia alta como la sonata para dos pianos en re mayor o los conciertos para violín 3 y 4 son recomendables, para producirnos efectos a nivel cognitivo.
Existe también una música beneficiosa para el cuerpo como la salsa o el rock que ayudan a reorganizar el cuerpo permitiendo recuperar el equilibrio físico, y crea espacios que liberan el estrés, el jazz estimula las nuevas ideas, el rap puede ayudar a liberar estados emocionales.
Algunas actividades musicales para estimular al recién nacido planteadas desde los beneficios que conllevan son:
Para proporcionar seguridad: lo ideal es que el bebé haya escuchado música desde el vientre para que, al nacer, cuando vuelva a oír la misma melodía, le aporte sensación de seguridad.
Para favorecer el desarrollo integral del bebé: cantar el padre una canción sencilla y moverse a ese ritmo al tiempo que lleva a su hijo en brazos, se ha comprobado que ayuda al niño a moderar el ritmo cardíaco, la presión sanguínea y la temperatura del cuerpo, así como a adquirir un sentido de identidad y una belleza estética.
Para mejorar la salud: expongan a sus bebés a la música de los clásicos. Esta práctica, llevada a cabo con prematuros que se encontraban en incubadoras, demostró que los recién nacidos que escuchaban música de Mozart ( en el caso del experimento ) ganaban peso más rápidamente, reducían sus niveles de estrés y salían del hospital una media de 5 días antes que aquellos que no eran expuestos a la música.
Para favorecer la integración en el mundo que el rodea: se pueden utilizar canciones propias de la cultura o inventadas por los padres, haciendo referencia a las experiencias vividas por el pequeño, que el ayudarán a comprender su entorno.
Para mejorar la conciencia auditiva y emocional: resulta muy eficaz que los progenitores sostengan en brazos a su pequeño mientras se mueven al ritmo de un tambor, permitiéndoles así mismo regular los ritmos naturales de su cuerpo y las hormonas relacionadas con el estrés.
Para desarrollar la aptitud musical: es importante que los pequeños no sólo escuchen fragmentos, sino piezas completas para que tomen conciencia de la estructura de la música.
Para potenciar el vínculo del bebé con los papás: resulta interesante escuchar escogidas composiciones clásicas y acompañarlas de sencillas coreografías de danzas barrocas, en las que los padres se mueven con sus hijos en brazos.
Para aumentar las defensas de su organismo: es muy importante la implicación de los padres en estas actividades musicales, ya que está comprobado que las audiciones y ese contacto aumentan la actividad inmunitaria.
Para desarrollar el sentido rítmico: cuando son muy pequeños es interesante que los padres los familiaricen con los sonidos de instrumentos como las maracas, el tambor, las claves, la flauta, la guitarra. Y cuando ya son más mayores lo mejor es permitirles manejar y explorar por ellos mismos los instrumentos.
La música debe tener una presencia tan cotidiana que casi seamos conscientes no de su presencia, sino de su ausencia.