LAS NUEVAS FAMILIAS
Casos de estudio basados en familias reales muestran que existen diversas dificultades que las familias de hoy tienen que afrontar, lo que ha suscitado el desarrollo de modelos no tradicionales de familias.
Por: Laura Espinosa, Bebé, edición 74
En muchos casos el proceso de formación de una familia se ve modificado por una pérdida, aunque normalmente se da por una separación o un divorcio. En algunos casos los padres se divorcian y se forman familias monoparentales, en otros los divorciados se unen a nuevos compañeros, con o sin hijos, y se crean familias reconstituidas; también hay parejas con hijos propios que deciden adoptar un hijo o hay matrimonios casados desde hace años que acoge en su casa a uno de sus padres enfermos, entre otras.
No obstante existen diversas dificultades que las familias de hoy tienen que afrontar, la buena noticia es que existen soluciones para enfrentar dichas situaciones familiares, desde la familia formada por padres casados en segundas nupcias, hasta las familias adoptivas y de acogida, las familias interraciales y de religiones diferentes; desde el nuevo papel de los abuelos que cuidan a sus nietos, hasta cualquier situación que tienes que afrontar en la creación de un nuevo modelo de familia. En el proceso de creación de un nuevo hogar, se puede conseguir que en tu casa reine la paz y la tranquilidad.
Nuestra sociedad hoy
El modelo tradicional de familia se desdibujó de manera notable en las últimas décadas a la par que la sociedad transformaba sus funciones clásicas. El incremento de las familias monoparentales o ensambladas son sólo el síntoma de una nueva cultura afectiva que hacen realidad aquello de “los tuyos, los míos y los nuestros”.
El panorama de la vida familiar cambió tanto en los últimos años y tan drásticamente que todavía genera sorpresa y desconcierto. Estudios recientes confirman con estadísticas lo que se hace evidente en la vida de todos los días: la familia tipo (mamá y papá con sus hijos bajo el mismo techo) ha cambiado en muchos casos y en su lugar avanza lo que se ha dado en llamar “la familia posmoderna”. Por ello es muy importante lograr en nuestra sociedad un nivel alto de tolerancia hacia todas las formas nuevas de familia.
¿Cómo enfrentar la situación?
Si tu propia familia es la que ha sufrido alguna transformación o bien si hay un caso cercano a la familia, de cualquier manera hay que hablarlo. Es necesario hablar de todos los temas con los hijos.
Los padres y madres son la fuente de información. Los padres pueden aprovechar cada momento, circunstancia o hecho del día a día para hablar del tema abiertamente: cuando estamos viendo una película en familia, haciéndonos eco de alguna noticia, de un comentario… Algunas familias preferirán improvisar, otras prepararlo un poco, pero sea como sea, siempre hay que hacerlo de forma natural, buscando la proximidad con los hijos y dejándoles claro que aunque sus padres y madres no sean expertos, siempre pueden recurrir a ellos para buscar información y consejos.
Es importante satisfacer la curiosidad de los niños cuando ésta se manifiesta, respondiendo siempre de forma sencilla y concreta a las preguntas. Si se acostumbran a compartir sus dudas y sus curiosidades porque saben que las tenemos en consideración, será más fácil que continúen haciéndolo a lo largo de su vida.
Las familias deben acompañar a sus hijos en su crecimiento y dejarles ver que están a su lado. En la familia, como en ningún otro lugar, se educa con la vida, con cada cosa que se hace, con cada decisión que se toma. Educamos con lo que somos, en donde estamos y con lo que hacemos. El cómo se vive cada momento, cada acontecimiento, transmite nuestros valores de fondo, los que dan sentido a nuestra vida. No cabe el engaño, los hijos son observadores capaces de diferenciar los menores matices. Los niños y sobre todo los adolescentes, son muy sensibles a las incoherencias, necesitan modelos que les sirvan de guía y los padres son sus primeros modelos.
En la familia se da un clima afectivo; en la familia aprendemos a convivir; los valores que se quieren transmitir se viven dentro de la familia: el compartir, la solidaridad, la ayuda al que más lo necesita, la escucha, la aceptación incondicional del otro. En definitiva el amor, sin importar cuál sea la nueva estructura familiar.
Los padres enseñamos cuando vivimos: a qué dedicamos nuestro tiempo, en qué empleamos nuestro dinero, cómo nos comportamos, qué temas tratamos en nuestras conversaciones, cómo enfocamos nuestras profesiones.
Pero también es necesario explicar por qué decidimos una cosa y no otra, responder a las cuestiones que nuestros hijos nos plantean. Reflexionar juntos sobre las experiencias que los padres han vivido y sobre las que los hijos comienzan a vivir.
Los hijos crecen y sus inquietudes van aumentando y necesitan respuestas cada vez más complejas y fundamentadas. Siempre contestando con honradez, sin prisas ni agobios, adaptadas a su periodo evolutivo pero sin engaños, atentos a sus demandas por conocer y entenderlo todo. De esta forma en la familia no habrá secretos, la comunicación podrá ser abierta y los niños crecerán en un ambiente sano y estable para todos.