COMO INVOLUCRAR AL PAPÁ EN EL PARTO
Por: Guadalupe Trueba, Revista Bebé edición 36
Experiencias y recuerdos
En una clase para abuelos, del curso de preparación para el parto, se tocaba el tema “El Parto Ayer y Ahora”. Fue muy interesante conocer las historias de cómo fueron los partos de las mujeres que pronto serán abuelas. Pero fue más interesante aún escuchar las experiencias y recuerdos que tenían los futuros abuelos de cuando nacieron sus propios hijos.
Muchos de ellos manifestaron haberse sentido desplazados y hechos a un lado por el médico y el sistema de salud de aquellos años, como si ellos no tuvieran nada que hacer en ese momento, excepto el preocuparse por los gastos que el parto implicaría. “Usted váyase tranquilo a comprar los chocolates o los puros, o mejor, siéntese en la sala de espera y ya le notificaremos cuando todo haya terminado”. Fue una de las frases que mencionó uno de ellos… los demás asentían con la cabeza recordando el evento.
Muchos coincidieron en que, por fortuna, las cosas han cambiado y se sentían felices y afortunados de ver a sus propios hijos entusiasmados de saber que su presencia en el parto será prácticamente indispensable y de escucharlos decir que en las clases para el parto aprenden todo lo que pueden hacer para ayudar a su mujer a dar a luz.
Al finalizar la clase, estos futuros abuelos manifestaron con nostalgia que sentían haber perdido una gran oportunidad. Les habían quitado el derecho de ver nacer a sus hijos, de estar presentes en el momento del nacimiento, de ser los primeros en escuchar su primer llanto y de ser, junto con su madre, el primer rostro que su recién nacido viera al nacer.
Todo lo que decían era cierto. No hace muchos años, para que los papás entraran a la sala de expulsión, las instructoras para el parto y con la complicidad del ginecobstetra, los hacíamos pasar por médicos para que no nos dijeran nada, ya que iba en contra de las reglas hospitalarias.
Algunos médicos que recomendaban el parto psicoprofiláctico hasta cambiaron el hospital en el atendían el nacimiento, porque no les autorizaban la presencia de los papás en la sala de partos.
En cambio, la actitud de otros médicos, aunado a las reglas de muchos hospitales, hacían que los papás sintieran gran temor de entrar al parto, pensando que podrían desmayarse o ser un estorbo en lugar de una ayuda o apoyo para su esposa. Había médicos que hasta afirmaban que después de ver el parto no querrían volver a tener relaciones sexuales con su esposa.
Fue una época de muchas contradicciones… Si los papás estaban con su mujer durante las largas horas de la fase temprana del parto en casa, mientras llegaba el momento de irse al hospital, ¿por qué les impedían continuar a su lado una vez que ingresaban al hospital?
Algunos años más tarde se le permitía estar con ella si todo era normal; más si se decidía una cesárea, automáticamente le pedían que se retirara a la sala de espera. De manera que cuando la mujer requería más del apoyo y de la presencia de su pareja, lo sacaban y lo hacían sentir como si fuera un estorbo para el momento del nacimiento.
Pero afortunadamente los tiempos cambian y, en este caso, con el cambio, las cosas mejoraron… Hoy, la presencia de los papás en la sala de partos es lo más común y se considera que tienen el derecho de acompañar, dar apoyo a su mujer y de ver nacer a sus hijos.
El parto y papá
El bebé reconoce la voz del padre desde el momento en que la escucha. Se calma… lo mira… y ésta es una experiencia maravillosa.
Es impresionante escuchar las historias de los papás que dicen sentirse más orgullosos de su mujer después de haberla visto realizar el gran esfuerzo que representó el parto para ellas. Pero, ¿cómo involucrar a los papás?, ¿cómo decirles que tienen el derecho de participar?, ¿cómo enseñarles lo mucho que pueden hacer por su pareja en el evento del nacimiento? Muy fácil, hay que hacerlos sentir indispensables. Nadie puede negar el amor y las manifestaciones de afecto que sólo ellos pueden brindar a su pareja.
En los cursos de preparación para el parto se les enseña el rol tan importante que juegan con su sola presencia, cómo confortar a la madre de su hijo con caricias, palabras de aliento y buscando para ellas el mayor confort posible a lo largo del trabajo de parto; hacerlas sentir amadas, seguras y confiadas con su indispensable e insustituible presencia.
Aprendizaje
- Los padres aprenden cómo es el embarazo, las molestias comunes, las emociones que surgen conforme avanza la gestación, la necesidad de acompañar a su mujer a las consultas médicas y enterarse de todo lo que le sucede, lo que siente y lo que necesita. Y, ¿por qué no?… poder expresar sus propios temores y sentimientos durante la larga espera.
- Aprenden también a elaborar, junto con su mujer, un plan de parto que exprese los deseos y las necesidades que como pareja desean para el nacimiento de su hijo y proponerle al médico que respete las metas que se han propuesto.
- En cuanto al trabajo de parto y nacimiento, aprenden acerca de lo que va a ocurrir acerca de las sensaciones y emociones más comunes y la manera de apoyar a su esposa, ayudándola a mantenerse relajada y confiada en su naturaleza interior. Aprenden cómo dar un masaje reconfortante, las posiciones más efectivas para que el parto progrese de forma natural, cómo alentarla cuando las contracciones sean muy intensas y desconcertantes, y hasta a pujar con ellas cuando el momento del nacimiento es inminente.
En la preparación para el parto, el futuro papá aprende a conocer las etapas y fases del parto, así como las medidas de confort que puede brindar a su mujer. Se ejercita con ella, se relaja con ella, respira con ella y lo hace reflexionar sobre la importancia de estar a su lado constantemente, incondicionalmente, aún si las cosas se complican y hay que trasladarse a un quirófano para realizar una cesárea.
En mi experiencia
Como educadora perinatal y como mujer, después de haber tenido la oportunidad de ver trabajar a más de 1500 parejas durante el parto, he sido testigo de que no hay nada más hermoso que ver los resultados de tener a nuestro lado al ser amado y con quien se ha concebido a ese bebé, manifestándonos su amor y consideración durante el gran esfuerzo que representa dar a luz a un hijo.
Es también muy satisfactorio ver que, después de tomar el curso de preparación para el parto, no hay padre que quiera perderse la experiencia de ayudar a su mujer y ver nacer a su hijo, cortar el cordón umbilical, cargarlo y darle la bienvenida e inclusive ser él quien lo lleve al cunero y lo deje, por un tiempo, al cuidado del pediatra que lo asistirá y vigilará durante sus primeras horas de vida.
Después de haber presenciado el nacimiento de su hijo, un papá del grupo nos comentó: “Como papá… o como aspirante a papá…es algo que no te puedes perder”.