¿Mi hijo me odia?
Es un momento de shock, “mi hijo me odia, eso me dijo”. ¿Qué hacer o contestar? ¿Debes de sentirte mal?
El primer ejercicio que debemos de hacer ante esta situación es el recordar: todos dijimos esas duras palabras a nuestros padres y, ¿de verdad los odiábamos? No. Esas palabras generalmente surgen por frustración, enojo y sentir que se pierde el control.
Si tus hijos ya te lo han dicho mucho, es probable que respondas “sí, sí, sí” y sigas con tus cosas, pero si es la primera vez, puede afectarte.
Especialistas diversos opinan que estas palabras tienen más que ver con sus emociones, incapaces de ser expresadas de manera congruente, que contigo.
Es posible que el pequeño no se sienta comprendido o escuchado; que sienta que hay un enorme hueco entre ustedes, que todo es más importante para ti que él. Muchas veces se siente lastimado y no tomado en cuenta.
Es muy probable que el estallido haya venido ante la negativa a un juguete o una represalia.
¿Cómo responder?
Antes de subirte a su tren y decirte a ti misma, “¿qué hice mal, mi hijo me odia?” toma una respiración. No seas reactiva, es decir, no digas cosas que podrían salir de tu enojo o hartazgo y podrían afectar su relación.
“Yo también te odio”. “No, no me odias”. “Ajá, como quieras, pero no te lo compraré”, lo aleja más y el niño se sentirá igualmente ignorado. Tu hijo no sabe cómo lidiar con estas emociones y esas respuestas no ayudan.
Mejor quédate cerca y trata de ser empática: “debes de sentirte muy enojado actualmente”, “Me doy cuenta que estás muy molesto”, “Ah, veo que no te gustó lo que te dije, ¿por qué?” También dale su tiempo para que se le baje, no sin antes decirle que ahí estarás cuando se sienta más tranquilo. Explícale que cuando se sienta así, esté seguro si lo que tiene es ira, tristeza, etc., y que aprenda a expresarlo para que tú entonces, entiendas qué está sintiendo.
También es importante que le expliques que las palabras tienen poder y que “odiar” es duro y puede lastimar gente. No lo hagas sentir culpable, no, pero sí que entienda que las palabras son poderosas.
Sé amorosa con él y enséñale que aprenda a expresar sus emociones. Aunque sí, se siente muy raro que tu pequeño te diga esas poderosas palabras, recuerda: no es personal.