¡Rabietas!
Parte de la vida diaria de los niños son el llanto y las rabietas, especialmente entre el año y medio y los 3 años, pero puedes ayudarle a controlarse, manteniendo su frustración dentro de los límites de la tolerancia.
Lo primero es no desafiar a tu hijo cuando le pidas algo y a él no le parezca. No lo forces cuando no sea necesario, o lo obligues a realizar cosas que pueden desatar ira en él y que no son realmente importantes.
Los niños se asustan del enojo (rabia) que ellos mismos pueden generar cuando algo no les gusta. Les da miedo. Cuando tienen rabietas, los niños no razonan. No trates de discutir con él. No grites.
Intenta no participar en la rabieta. Puede ser que estés muy enojada pero evítalo.
Si lo haces prolongarás más la rabieta. Tampoco des castigo o recompensa por la rabieta. Enséñalo a que con rabietas no cambian las cosas, ni a favor, ni en contra.
Cuando hacen rabietas, es necesario que los cuides porque pueden dañarse o dañar a alguien más. Frente a una rabieta, sujeta suavemente al niño mientras se calma y se da cuenta de que está seguro y controlado por ti. A algunos niños no les gusta que les sujetes. No utilices la fuerza para hacerlo. Una vez calmado, será hora de consolarlo.
Hay niños que no quieren estar en tus brazos mientras hacen una rabieta. Sienten una restricción física que los enoja más. No trates de dominarlo. Déjalo y sólo cuídalo de que no se haga daño.
Cuando las rabietas pasen, olvídalas, no estés repitiendo todo el día el mal comportamiento de tu hijo.
Si diste una orden y te equivocaste, no cambies de opinión por una rabieta para que tu niño no manipule su comportamiento.
Generalmente los niños dejan de hacer rabietas conforme van creciendo y lo podrás notar cuando pase de ser bebé a preescolar. Poco a poco aprenderá que las ordenes que le das son razonables y que al convivir con otros niños existen reglas y órdenes a seguir.