¿Hiperactivos?… cómo reconocerlos
En la población infantil aproximadamente cinco de cada 100 niños presentan el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH o en inglés ADHD).
Por Raquel Azses
La hiperactividad de los niños es considerada como normal, cuando se produce dentro de una etapa de la vida infantil alrededor de los dos o tres años. El que un niño sea inquieto no tiene nada que ver con que tenga TDAH, la diferencia es enorme. Los niños con TDAH por lo regular desde que nacen son inquietos, no duermen bien o lloran, sus madres siempre suelen estar al borde de la desesperación, es común que sea difícil llevarlos fuera de la casa, agotan a todo el mundo, desquician a la familia y no se están quietos ni un minuto.
Para que se considere que un niño presenta déficit de atención tendría que tener seis de los siguientes síntomas:
* A menudo no presta atención a los detalles, tiene errores por descuido y el trabajo escolar suele ser sucio y desordenado.
* Tiene dificultades para mantener la atención, incluso en los juegos.
* A menudo, parece no escuchar cuando se le habla directamente, parece tener la mente en otro lugar o como si no oyera.
* No finaliza tareas escolares, pasa de una actividad a otra sin terminar la anterior. No sigue instrucciones, ni órdenes.
* Dificultad para organizar tareas y actividades.
* Evita situaciones que exigen una dedicación personal y concentración.
* A menudo extravía objetos necesarios para tareas o actividades y suelen tratarlos sin cuidado.
* Se distrae con facilidad ante estímulos irrelevantes, puede dejar las tareas que está haciendo para atender ruidos o hechos triviales que ignorados por los demás (una conversación lejana, el ruido de un coche, etcétera).
* Es olvidadizo en sus tareas cotidianas (olvida las tareas, la hora del partido, etcétera).
Es común que se presenten también síntomas de la hiperactividad e impulsividad como los siguientes:
* Suele mover en exceso manos y pies y se retuerce en su asiento.
* A menudo abandona su asiento en clase o no es capaz de estar sentado cuando debe.
* Corre o salta en situaciones en las que resulta inadecuado hacerlo.
* Experimenta dificultades para jugar tranquilamente o dedicarse a actividades de ocio.
* Parece estar siempre en marcha, como si tuviera un “motor”.
* A menudo habla excesivamente.
* Da respuestas precipitadas antes de que las preguntas se acaben de formular.
* Puede tener dificultades para aguardar su turno en cualquier situación.
* También suele entrometerse o entorpecer los asuntos de los demás, tocan cosas que no deben, hacen payasadas.
Con los adelantos científicos actuales es posible visualizar el funcionamiento del cerebro de un niño hiperactivo que señala que hay mucha más actividad ante una tarea que requiere atención. que otro que no tiene el déficit. El niño con TDAH tiene fallas en la actividad cerebral, necesaria para focalizar la atención.
Hay tres combinaciones posibles del trastorno:
* Combinado: presenta falta de atención con hiperactividad.
* Predominantemente hiperactivo no necesariamente tiene falta de atención.
* Predominantemente falta de atención sin hiperactividad.
El más común es el combinado y en las niñas parece predominar la desatención.
En los tipos combinados, la hiperactividad e impulsividad hacen que, con bastante frecuencia, sufran accidentes, puesto que no son capaces de calibrar los peligros de sus acciones (cruzar en rojo, patinar en terrenos no adecuados, lanzarse con la bici por una cuesta muy empinada, etcétera).
Esta falta de atención y exceso de actividad suele producir también problemas graves en el aprendizaje, aunque su capacidad intelectual sea normal o superior.
Es por esto básico y dada la importancia de este trastorno, que es necesario que sepamos distinguir perfectamente un niño inquieto de uno con trastorno por déficit de atención con o sin hiperactividad, para poder abordar lo antes posible el tratamiento adecuado.
Si ya lograste detectar que tu hijo presenta dicho trastorno, acude de inmediato con tu pediatra para que te refiera con la persona indicada, ya sea neurólogo o terapeuta, según sea el caso y puedas empezar a ayudar a tu hijo.