Apego durante el primer año
El nacimiento de un hijo implica para los padres una serie de cambios importantes. Llega a nuestra vida la responsabilidad de una persona, quien depende de nosotros y de lo que hagamos por ella. Esta dependencia es mayor a menor edad del hijo. Por: Rosa María Dot, psicóloga
De esta forma, durante las primeras semanas del nacimiento de nuestro bebé, debemos reacomodar varios aspectos de nuestra vida y adaptarnos a nuevas situaciones como los horarios de sueño, de comida, de baño, las salidas y las visitas de la familia y de las amistades. Con todo, los nuevos padres experimentamos una revolución emocional importante.
Puede suceder que durante las primeras semanas muchas emociones se mezclen, lo primordial es que seamos capaces de reconocerlas y manejarlas, pensando en que son naturales y transitorias. Cuando reconocemos la emoción desde el interior y no tratamos de esconderla, el manejo de la misma es más sencillo y la interacción con nuestro bebé no se ve afectada. Cada emoción que se experimenta es natural y es resultado de la mezcla entre el amor, la responsabilidad, la expectativa y el miedo que nos da no poder hacer bien la labor de padres. Al reconocer y trabajar con las emociones nos encontraremos fortalecidos para establecer un vínculo de calidad con el bebé.
Sin importar la corriente psicológica o el autor al que hagamos referencia cuando hablamos de las teorías de la personalidad, no podemos dejar de lado la trascendencia que tienen los primeros años de vida y el apego establecido con la persona encargada de los cuidados al nacer. Al nacer, el ser humano está completamente desprotegido y solo, requiere forzosamente del cuidado de otro para sobrevivir. La manera en la que la otra persona ofrece los cuidados y el tipo de relación que se establece con ella brinda el parámetro para las relaciones que se establecerán en un futuro.
El primer año de vida de un bebé es muy importante, es durante este tiempo que se desarrollan y maduran una serie de habilidades y emociones que darán al bebé la capacidad para irse adaptando y respondiendo al medio ambiente y a las exigencias que se le vayan requiriendo.
Al nacer, el bebé debe adaptarse a un ambiente totalmente desconocido que puede percibir como hostil, y aquí el papel y la disposición que muestren los padres a establecer un apego con el bebé contribuirán a que se adapte de una manera más natural y segura al ambiente.
TEORÍA DEL APEGO
El primero en hablar sobre la teoría del apego fue John Bowlby en 1969.
De acuerdo a este médico psiquiatra inglés, el apego puede definirse como el vínculo emocional recíproco y duradero entre un bebé y el cuidador, cada uno de los cuales contribuye a la calidad de la relación. Los apegos tienen valor adaptativo para los bebés ya que les asegura la satisfacción de sus necesidades psicológicas y físicas, el apego promueve la supervivencia del bebé.
La teoría del apego predice que la seguridad del apego parece afectar la competencia emocional y social. Entre más seguro sea el apego de un niño con el adulto que lo cría, más fácil es que el niño se independice de ese adulto.
El bebé comunica sus necesidades a través del llanto y los padres van conociendo qué tipo de llanto es y conforme al mismo satisfacen la necesidad del bebé. Los padres responden a las demandas del bebé y son retroalimentados por el mismo, formándose así un vínculo emocional importante que se da principalmente entre la madre y el hijo. El bebé requiere de abrigo y comida pero importantemente requiere de nuestro amor y cariño. La calidad de relación que establezcamos con nuestro hijo es la base sobre la cual el desarrollo emocional del bebé se irá cimentando.
El apego es un vínculo recíproco por lo que tanto la disposición en que la madre atienda a las necesidades del niño así como el temperamento y disposición del bebé al intercambio emocional va fomentando y forjando la relación. “Las emociones son el primer lenguaje por el que padres e hijos se comunican antes de que el niño empiece a hablar” (Maccoby, 1992 en Santrock, 2003, pág. 172).
Para lograr un vínculo seguro, es importante que las personas adultas sean lo suficientemente sensibles para reconocer las necesidades del bebé atendiendo oportunamente las mismas. La constancia que mostremos en nuestra interacción con el bebé redundará en la forma en que nuestro hijo experimentará la seguridad sabiendo que sus necesidades serán satisfechas en un ambiente confiable.
Para lograr el ambiente confiable y seguro, el bebé debe saber que sus necesidades básicas son satisfechas pero que no sólo se le alimenta y abriga. El estilo en el que lo cargamos, le hablamos, lo alimentamos, lo acariciamos y le sonreímos va dando lugar al tipo de vínculo que se establece entre el bebé y nosotros.
La interacción emocional que creamos es la manera en la que nos vinculamos con el bebé y es la base de nuestro apego con él. Los científicos consideran que el factor más importante en la creación del apego, es el contacto físico positivo (abrazar, besar, mecer, etc.), ya que estas actividades causan respuestas neuroquímicas específicas en el cerebro que llevan a la organización normal de los sistemas cerebrales responsables del apego.
Se ha comprobado a través de varios experimentos que el apego seguro genera que nuestro hijo logre independizarse de manera segura de nosotros y tenga un comportamiento seguro, pueda explorar el mundo y conocer lo que le rodea teniendo certeza y confianza en la relación que ha establecido con nosotros. Es importante considerar que al establecer el apego con nuestro bebé, no implica sobreprotección. Durante los tres primeros meses de vida es elemental estar al tanto del bebé, estar disponible para sus necesidades. Al atenderlas formamos un lazo de confianza con él. Conforme va creciendo, el bebé va siendo capaz de controlar cada vez más sus necesidades y de poder posponer su satisfacción inmediata, por lo que podemos brindarle espacios para que él pueda jugar solo, dormir solo, lo cual también le brinda señales de que confiamos en él.