Dando y dando
Formando niños generosos
Una persona generosa es aquella que procura actuar de forma desinteresada a favor de los demás, mostrándose alegre al hacerlo, aunque le suponga un esfuerzo. Formar a tus hijos con esos principios hará de ellos personas felices y seguramente muy amadas.
Rosa Luis Guerra Vargas – México Unido, Revista Bebé, edición 58
Como cualquier meta en la educación, el camino a recorrer en la formación de personas generosas es largo y supone involucrarnos como padres. La orientadora familiar Marcela Porset, del Instituto Pedagógico Familiar, señala que, “el momento ideal para comenzar a fomentar la generosidad en los pequeños es a partir de los tres años, ya que antes de esa edad, los niños son por naturaleza egocéntricos, y es normal que sean así.”
Esto explica por qué tantas veces fracasamos al tratar de que comparta sus juguetes con otro niño y resulte más fácil convencer a su amigo de que juegue con otra cosa. La especialista afirma que aunque no sea capaz de entender todavía qué es la generosidad, es necesario marcarle los límites y evitar que obtenga lo que desea por medio de la violencia.
Ahora es cuando
Una vez que tu hijo llegue a los tres años puedes guiarlo para que desarrolle su generosidad. Marcela Porset sugiere aprovechar la época navideña o después de que recibe muchos regalos –por cumpleaños o día del niño–, para que él mismo seleccione algunos que donará a los niños con menores recursos. Más adelante, aproximadamente a los seis años, hay que procurar que además de entregar los juguetes o ropa, entre en contacto con otras personas. Se puede organizar una pastorela o una obra de teatro para presentarla en un asilo u orfanato. De ésta forma el niño entenderá que no se trata sólo de dar cosas materiales, sino de entregarse también como personas”.
La vida cotidiana ofrece muchas oportunidades para fomentar en ellos la generosidad. Por ejemplo, pídele a tu hijo que ayude a realizar alguna tarea para ti o para alguien de la familia. “La idea es que haga actividades que no lo benefician a él directamente, sino que son un servicio a otro. A los seis o siete años ya son perfectamente capaces de entender lo que es desprenderse de algo o hacer un servicio a otro y se les puede plantear de forma directa”, nos dice la orientadora.
La pregunta clave
Marcela Porset recomienda estar muy atentos a las conversaciones diarias con los hijos, y cuando se encuentre una situación en la que fue generoso hay que preguntarle: “¿cómo te sentiste?” La respuesta seguramente será positiva, y entonces, se dará cuenta de que quiere repetir esa experiencia agradable. De esta forma, unimos su parte afectiva con la intelectiva. Es decir, se siente satisfecho en su interior, y a nivel intelectual introyecta lo positivo de su acción.
En concreto
- Invítalo a compartir sus papitas con otro niño en el parque.
- Anímalo a pasar tiempo con sus abuelos.
- Enséñalo a perdonar a sus hermanos y amigos cuando lo ofendan.
- Mándale algo más en su lunch para que comparta con sus compañeros.
- Sugiérele que le escriba cartas a sus abuelos o tíos expresándoles cuánto los quiere.
- Acostúmbralo a saludar y dar las gracias a todo aquel que le hace un servicio.
- Procura que al hacer un regalo tome en cuenta los gustos del otro.
- Aplaude cualquier iniciativa de ayudar a otro que él tenga, aunque implique que tú te involucres.
El ejemplo arrastra
Tu hijo…
- ¿te oye hablar bien de otros?
- ¿te ve ayudar a un desconocido?
- ¿te ve donar parte de tu ropa?
- ¿ha escuchado cuando perdonas a alguien?
- ¿sabe que haces donativos mensuales a una institución?
- ¿te ha visto ayudar a alguna persona en la calle?
Es un bumerang
La educación en la generosidad es una de las materias más sensibles y ricas en la formación de la inteligencia emocional, pues como se trata de buscar el bien del otro, se vuelve más sensible a las necesidades de los demás y equilibrado en la forma de lograrlo.
“Esto es vital, sobre todo con miras a la adolescencia”, comenta Marcela Porset, “porque aunque los niños hoy tengan pocos años, todo lo que hagan ahora los va a preparar para esa etapa en la que los chicos de quince, por naturaleza, suelen ser muy generosos con sus amigos, y terriblemente egoístas con sus papás y hermanos. Aunque suene lejano, hay que prever y hacerlos inteligentemente generosos”.
Enséñalo a ver por los demás
Para concluir la especialista advierte: “Un individuo sano es aquel que no depende emocionalmente de nadie para tomar las decisiones que repercuten en él mismo, pero por otro lado, hay muchas decisiones que debemos tomar en grupo. La generosidad ayuda a estar abierto al otro y favorece el trabajo en equipo, porque se busca el bien de los demás. Hacerlos generosos es enseñarlos a dar lo que el otro necesita, no es un dar por dar. Además, hay que mostrarles que no sólo se dan cosas o dinero, sino tiempo, compañía, verdad, consejo y alegría”.