Juntos por primera vez…
Mamá y bebé inician su vínculo afectivo presencial en el momento del nacimiento. El espectáculo del primer contacto entre la madre y su recién nacido es indescriptible Por Guadalupe Trueba.
La nueva madre no es capaz de sentir la paz que necesita hasta que escucha, mira y toca a su recién nacido para asegurarse de que está sano y saludable. Al confirmar su bienestar, no sólo la invade una gran paz, sino que comienza a descubrir los sentimientos de esta nueva dimensión del amor.
Al nacer
El bebé al nacer permanece en un estado de conciencia muy especial que se llama alerta tranquilo, en el cual los bebés interactúan con el medio que les rodea, observan y aprenden. Inmediatamente después de nacido, el bebé puede permanecer en este estado de conciencia por mucho más de una hora. Pasarán varias semanas para que pueda repetir esa hazaña por más de unos cuantos minutos.
Al nacer, abre sus ojos y mira con atención y cuidado el rostro de sus padres cuando le hablan. Si bajamos la luz, será mucho más fácil observar esto, ya que está acostumbrado a ver desde adentro del útero y las luces intensas le molestan. El recién nacido se fascina con la cara de su mamá – sobretodo sus ojos y su boca.
Si el entorno es tranquilo y atenuamos los ruidos, luces y demás estímulos que perturben al bebé, podremos observar que tiene capacidades extraordinarias para establecer el vínculo afectivo con sus padres.
Mucho de esto se debe a las hormonas que circulan en su organismo conforme van aumentando los distintos estímulos propios del momento del nacimiento.
Al nacer, el bebé tiene una buena cantidad de adrenalina en su sangre, lo que le permite mantener este estado de alerta para prenderse al seno de su madre lo antes posible y asegurar su supervivencia. Conforme succiona el pezón, se produce en la mamá una fuerte producción de oxitocina que le permite expulsar la placenta y contraer fuertemente el útero; evitando así un sangrado peligroso. Es como si el bebé agradecido con su madre, le devolviera el regalo de la vida asegurándole una tensión adecuada y oportuna del útero para evitar el peligro de una hemorragia.
Una vez que han aspirado sus flemas y se encuentra seco, si al bebé se pone sobre el abdomen de su mamá y se les deja en contacto piel con piel, es capaz de reptar hasta el seno y sin ayuda inicia la primera succión.
La madre que hasta antes de que el bebé naciera estaba exhausta por el esfuerzo del parto, permanece en un estado muy alto de conciencia, y lo que menos quiere es descansar y dormirse. Todo lo contrario, parece que le han inyectado una dosis de euforia inmensa y no hace sino admirar al su hijo.
Cuando el bebé está en contacto con la piel de su mamá, ambos se miran casi inmediatamente; la intensidad de ese momento evidente. A menudo, la madre responde a los gritos del bebé con sonidos afectuosos y simples palabras; su diálogo comienza. Además, se produce prolactina, que facilita la producción de la leche lo antes posible.
Si el padre está presente, se emociona y con frecuencia llora. La cámara fotográfica de la familia suele quedar en un rincón, a menos que alguien dentro del quirófano se ofrezca para tomar algunas fotos.
No hay nada que perder y en cambio ¡tanto que ganar! dejando que la madre y su hijo empiecen a conocerse a su ritmo, con calma. Esto, además de las intensas emociones del momento, estimula las secreciones hormonales de la mujer. Estas hormonas estimulan la contracción del útero y la expulsión espontánea de la placenta. Además, producen un estado de euforia y las endorfinas ayudan al bebé a que se adapte a la vida fuera del útero.
Hay que estar muy atentos y poner mucho cuidado en facilitar este importantísimo primer contacto entre madre e hijo. Esto no quiere decir que si la madre y el bebé no tienen la oportunidad de vivir plenamente este momento crítico, no será posible establecer un buen vínculo afectivo. La cultura, el entorno y el condicionamiento social compensan cualquier carencia. Pero ¿por qué no hacer todo lo posible para que el comienzo sea adecuado? ¿Por qué no aumentar todas las posibilidades?
Para aprovechar al máximo lo que la naturaleza diseña con tanta sencillez, habla con toda anticipación con el pediatra que recibirá al bebé y pídele que inmediatamente después de nacer permita que permanezca en tus brazos por tanto tiempo como sea posible. Sentirás que le estás proporcionando el entorno de calma y confianza que tanto necesitan después del gran esfuerzo que representa nacer y que es simplemente permanecer con su madre.