Jugar es la tarea
Los horarios sobrecargados están desequilibrando familias y creando niños estresados que se deprimen fácilmente. Es posible remediarlo si apreciamos el tiempo libre de los hijos y las actividades simples y cotidianas del hogar.
Los expertos les han llamado “hiperpadres”. Se caracterizan por estar sobre involucrados en cada detalle de la vida académica, atlética y social de sus hijos. Estos niños participan en uno o más equipos deportivos, tienen clases de música, arte e idiomas, además de tutores para reforzar las materias escolares en el transcurso del año y campamentos en el verano.
Aparentemente, los padres hemos confundido nuestra misión formativa con la consigna de llenar cada minuto libre de la vida de nuestros hijos.
Los padres modernos nos esforzamos extremadamente en hacer bien nuestro papel: leemos libros sobre crianza, consultamos expertos y programamos infinidad de oportunidades enriquecedoras, tomando en cuenta las más nuevas teorías psicopedagógicas. Nuestra intención, por supuesto, es positiva. Pero aunque cada una de las actividades extracurriculares sea valiosa por sí misma, la suma de estos compromisos deja un saldo de tensión y agotamiento.
Este estilo de vida está desequilibrando familias, dañando matrimonios y contribuyendo a la creación de niños infelices y estresados que frecuentemente reciben diagnósticos de desórdenes de atención, problemas de aprendizaje y depresión. También se ha vinculado con la participación de los adolescentes en actividades riesgosas para su salud y el equilibrio emocional.
El tiempo libre
Cada vez más estudios están demostrando que agobiar al niño con exigencias y responsabilidades puede ser contraproducente. La tarea del niño es jugar. Para hacerlo, necesita tiempo libre, sin actividades estructuradas. El juego ayuda a los infantes a aprender a compartir, resolver conflictos y adquirir iniciativa. Los niños a los que se priva de esta actividad no desarrollan habilidades sociales importantes. El uso excesivo de la computadora y la televisión contribuye al problema, pues abarca el poco tiempo libre de los pequeños.
Aunque la justificación para el exceso de actividades extracurriculares sea enriquecer la vida de los niños, pulirles y prepararles, este intento de “perfeccionamiento” transmite a los hijos un mensaje dañino: tu estado actual no es adecuado. El niño concluye que, aunque sus padres le expresen recientemente cuán maravilloso es, ello no es cierto, pues constantemente necesita “mejoras”.
El proceso de simplificación
Evidentemente, los padres deseamos que nuestros hijos tengan una vida productiva y conducente a una adultez fructífera. Pero la forma de apoyo más constructiva que podemos ofrecer al niño es comunicarle que es una persona buena, inteligente y amada, que se desarrollará de forma satisfactoria y exitosa.
Los niños deben disfrutar de sus gustos y pasatiempos, en vez de trabajar en ellos como si fueran empleos. Las vacaciones no deben contemplarse sólo como oportunidades para pulir habilidades o acudir a campamentos. Los veranos deben ser divertidos, pero también aburridos, dejando espacio al juego y la creatividad.
Los niños son, por definición, inmaduros e imperfectos. Tienen tiempo para aprender. Hemos olvidado que la infancia constituye una preparación y no una representación.
Estrategias para evitar la sobrecarga
- Al elegir las actividades de los hijos, considera el placer y beneficio que les ofrecen. Prefiere aquellas que promuevan cierto grado de iniciativa.
- Limita el número de clases especiales semanales. Con sólo recortar algunas actividades, es posible simplificar el horario familiar y recobrar cierto equilibrio.
- Transmite a tus hijos la idea de que en la familia el desarrollo del carácter y de las habilidades interpersonales tiene prioridad por encima de las actividades y los logros.
- Disfruta tu vida adulta, convirtiéndola en un modelo que los niños pueden copiar. Demuestra que es posible trabajar, esforzarse y cumplir logros, pero también relajarse y gozar.
Señales de agobio
Tu hijo podría estar demasiado agobiado por sus actividades si:
- Practica más de un deporte durante la temporada.
- Hace berrinches, se retrasa intencionalmente o pierde el material o equipo deportivo a la hora de salir a la clase.
- No sabe qué hacer con su tiempo libre, excepto ver la televisión o jugar videojuegos.
- Se queja de que nunca se le permite ocuparse en lo que él quiere, ya sea jugar, descansar o practicar determinada actividad.
- Tiene dificultades para dormir.
- Experimenta ansiedad cuando anticipa la desaprobación de entrenadores, maestros y otros adultos en posiciones de autoridad.