EL ABURRIMIENTO CONYUGAL
La vida matrimonial nunca es sencilla. Aún en los buenos matrimonios, llega el momento en que las parejas sienten que ya no se soportan fácilmente. Es muy posible que en el fondo se sigan amando, pero la convivencia diaria y las responsabilidades de una familia, causan inevitables fricciones que van dañando sin remedio la relación.
Cuando hay ciertos factores que contribuyen a que estas fricciones sean todavía más frecuentes, como la falta de dinero, la intervención inoportuna de familiares, las diferencias fundamentales de opinión, etcétera, llega el momento en que el matrimonio se convierte en un campo de batalla. En casi todos los matrimonios puede suceder que un cónyuge se enoje pensando en lo que va a decir el otro, aun antes de que hable.
Las dos causas más frecuentes de este deterioro en la relación son: el estrés y el aburrimiento. Éste segundo, sobre todo, va destruyendo de manera inexorable la armonía. El hacer siempre las mismas cosas, en la misma forma, día tras día, se convierte en un aburrimiento insoportable, que con frecuencia degenera en una marcada agresividad.
RECURSOS CONTRA LA MONOTONÍA
Hay circunstancias que no podemos alterar, aunque siempre se pueden manejar en forma inteligente. Las discusiones por dinero, por ejemplo, se deben hacer en forma objetiva, tranquila, razonable, y desembocar en acuerdos que satisfagan a ambos cónyuges.
Todos los otros problemas comunes en una relación ofrecen oportunidad de hacer arreglos inteligentes. Sin embargo, el aburrimiento que produce la convivencia diaria requiere medidas más enérgicas, porque generalmente mina la relación sin que la pareja se dé cuenta de lo que está sucediendo. De pronto, simplemente, los dos cónyuges se dan cuenta de que el tiempo que pasan juntos es aburrido y que ya no encuentran el viejo encanto en sus conversaciones o en las comidas que comparten todos los días.
Lo que vamos a ofrecer aquí son pequeños “trucos” para poner un poco de sal y pimienta a la relación y “refrescarla” definitivamente. Todos son recursos simples, pero que logran quitar el aburrimiento a la relación.
- Busquen la oportunidad de reír juntos. Cuando vayan al cine elijan comedias.. En la televisión, seleccionen programas que los hagan reír, compartan libros de chistes, leyéndolos en voz alta. La risa es un remedio infalible para el estrés y el aburrimiento.
- Compitan en buscar nuevas diversiones. Propónganse descubrir maneras novedosas de pasar el tiempo libre, que no siempre incluya a sus hijos, si los tienen. Esto es, uno puede proponer que vayan a beber una copa en un bar recién inaugurado, o el otro sugerir que visiten una exposición de arte. La cuestión es que salpiquen su vida de pequeñas aventuras.
- Inventen códigos. Las parejas más felices suelen ser aquellas que saben comunicarse en una forma particular, sin que los demás se den cuenta. Pueden ser clave en palabras o gestos que tengan significado sólo para el cónyuge y para nadie más. Así pueden hacer comentarios o propuestas, que sólo él, o ella, entiendan. Esto hace divertida la socialización y establece una agradable intimidad, que no se comparte con nadie más.
- Háganse llamadas inesperadas. De vez en cuando llámalo a la oficina para decirle simplemente que lo amas e invítalo a que te llame ocasionalmente, para decirte algo que le gustó en especial de ti. Estas llamadas no sólo rompen la rutina de los quehaceres diarios, sino que contribuyen a una mejor comunicación.
- Cultiven el buen humor. Recuérdense mutuamente que el buen humor es el mejor remedio para todas las enfermedades, tanto del cuerpo como del espíritu. Háganse el propósito de estar de buen humor el mayor tiempo posible y apóyense para lograr esto con uno de sus “códigos”. Por ejemplo, pueden inventar un gesto que los invite a ponerse de mejor humor. Pero también tengan el recurso de poder contestarle al otro que no tienen ganas de hacerlo y que es mejor, por el momento, que los dejen en paz.
Esto es, ambos deben tener la oportunidad tanto de invitar al otro a dejar su mal humor, como a que el cónyuge disgustado pida tranquilidad y respeto a su mal humor.
- Viajen solos. Si tienen hijos, es perfectamente aconsejable realizar uno o dos viajes familiares al año. Pero los matrimonios deben hacer viajes solos, rememorando su luna de miel, con tanta frecuencia como su presupuesto se los permita.
Pueden dejar a los niños con sus abuelos en ocasiones como fines de semana o tomarse un largo periodo de vacaciones en pareja al año. La cuestión es renovar la frescura que había en su relación cuando hicieron su primer viaje.
- Recen juntos. Sea cual fuere su religión, es importante que la practiquen juntos, que acudan a su iglesia con regularidad y que realicen los ritos en familia. Cultivar la espiritualidad tanto en la pareja, como en la familia entera, contribuye a fortalecer la vida en común, que muchas veces gira en torno a las cuestiones materiales.