Malos Hábitos
Por: Montserrat Ferragut
Morderse las uñas.
Si tu hijo se está mordiendo las uñas seguramente, piensas que está ansioso o nervioso por algo, ya que muchos describen este comportamiento como un hábito nervioso. Pero la ansiedad es tan sólo una de las explicaciones por las que un niño se muerde las uñas. Puede que tu hijo lo esté haciendo por otras razones menos preocupantes como por curiosidad, aburrimiento, disminuir estrés, como pasatiempo o simplemente por hábito.
De todos los hábitos nerviosos, incluyendo chuparse el dedo, jugar con el cabello o meterse el dedo en la nariz, morderse las uñas es el más común (casi todos los niños lo hacen en algún momento) y es el hábito que con mayor probabilidad continuarán teniendo como adultos. Alrededor de un tercio de los estudiantes de primaria y la mitad de los adolescentes se muerden las uñas por lo menos por un rato. Sin embargo, es probable que tu hijo deje este hábito por sí solo, ya sea porque pierda interés o porque sus compañeros lo molesten y se sienta avergonzado.
¿Qué puedes hacer al respecto?
Mantén sus manos ocupadas. Si puedes identificar los momentos y los lugares en que le gusta morderse las uñas, por ejemplo, viendo TV o en el coche, trata de darle algún sustituto como títeres de dedos, una pelota que pueda manipular y apachurrar o cualquier juguete que mantenga sus manos ocupadas. Puedes cortarle las uñas cortitas para quitarle un poco la tentación.
Ten paciencia y espera. Además de darle juguetes para distraerlo, lo mejor que puedes hacer es ignorar el comportamiento en general. El hábito de morderse las uñas es inconsciente, no se da cuenta que lo está haciendo hasta que le llamas la atención, por lo que llamarle la atención y castigarlo no va a funcionar.
Mientras más atención le des al asunto, más es la probabilidad de que persista la conducta. Especialmente si tu hijo está en la etapa de contrariarte.
Cuidado. En algunos casos, morder las uñas, especialmente junto con otras conductas nerviosas, puede ser señal de tensión. Por ejemplo: si tu hijo se muerde las uñas a tal grado que llega a lastimarse las puntas de los dedos y hasta llega a sangrar, o mastica sus uñas además de realizar otras conductas autodestructivas como arrancarse el pelo de la cabeza, habla con su pediatra. Puede estar sufriendo de más ansiedad o estrés de lo que comúnmente se espera para su edad.
Sin embargo, la mayoría de los niños eligen al menos uno o algunos hábitos (chuparse el dedo y meterse el dedo a la nariz es una combinación muy común), que finalmente dejan sin tener que hacer nada. Trata de ignorar el hábito y de repente un día te vas a dar cuenta que ya desapareció, así como pasa con los pañales y las mordederas.
Chuparse el dedo
Los niños se chupan el dedo porque los conforta y tranquiliza. Tu hijo seguramente se chupaba el dedo desde que estaba en tu vientre y lo ha ido perfeccionando conforme ha ido creciendo. Ahora puede que busque chuparse el dedo cuando está cansado, asustado, enfermo o está tratando de adaptarse ha algún cambio o retos como comenzar a ir a la escuela o ir a un viaje largo en coche largo. También lo puede usar para quedarse dormido en las noches.
¿Qué se puede hacer al respecto?
Despreocúpate. La mayoría de los niños pueden chuparse el dedo protegidamente sin lastimarse los dientes o la mandíbula, hasta que sus dientes permanentes comienzan a aparecer alrededor de los cinco años. Además, no todos los estilos de chuparse el dedo son igualmente dañinos. Los expertos dicen que lo que hace que se deformen los dientes es la intensidad con la que succionan y la fuerza de la lengua contra el dedo, lo cual va a requerir ayuda dental más adelante.
Los niños que dejan reposar su dedo pasivamente en la boca tienen menos probabilidades de tener problemas futuros que los que succionan con mucha fuerza. Observa a tu hijo y analiza su técnica. Si succiona con mucha intensidad, vale la pena tratar de quitarle el hábito a más tardar alrededor de los cuatro años.
Relájate. Castigarlo o persistir con el tema no lo va a ayudar, porque generalmente no se da cuenta cuando lo está haciendo. Además, presionarlo para que lo deje puede incrementar el deseo de continuar aún más. Técnicas como cubrirle el dedo con curitas u otra cosa parecen castigos injustos, especialmente porque él busca el dedo para tranquilizarse y para sentir seguridad. Trata de esperar. Los niños generalmente dejan de chuparse el dedo cuando encuentran otras formas para tranquilizarse. Por ejemplo, un niño más pequeño, cuando tiene hambre, puede que se chupe el dedo, y un niño de 3 ó 4 años puede que vaya al refrigerador y abra la puerta para buscar algo de comer o le puede pedir a sus padres que le den algo.
Reemplazar el chuparse el dedo por otras actividades. Si puedes identificar los momentos en que usualmente se chupa el dedo, puedes tratar de darle un sustituto, así como una pelota de goma para botar o títeres para jugar. Si tiende a chuparse el dedo cuando está cansado, trata de incluir más siestas en su horario. O si lo hace cuando está frustrado, ayúdalo a darle nombre a sus emociones. La clave está en identificar dónde y cuándo se chupa el dedo y ofrecerle alternativas en esos momentos.