A la escuela por primera vez
Por: Sharon Rapoport
Cómo facilitar la separación
Aprender a pasar un tiempo lejos de mamá y papá es un gran paso dentro del desarrollo de tu hijo. Separarse de sus padres le permite ampliar su relación con otras personas dentro de su mundo, proporciona experiencias nuevas y enriquecedoras, y lo expone a distintas maneras de actuar.
Cada niño responde a la separación de diferente manera. Algunos se ajustan fácilmente en un principio, pero al cabo de unas semanas tienen dificultades para despedirse. Otros lloran y se aferran a sus padres los primeros días, pero pronto se marchan felizmente, olvidando casi voltear a despedirse.
Ansiedad por separación
La ansiedad por separación normalmente comienza alrededor de los seis meses de edad, durante la etapa del gateado y puede intensificarse entre los doce y los dieciocho meses, cuando el bebé comienza a caminar. Los padres podemos consolarnos pensando que ello es señal de un desarrollo normal dentro del primer año de vida.
Otras dos marcas de desarrollo dentro de este periodo son el miedo a los extraños y la permanencia de objetos, es decir, es el entendimiento de que las cosas continúan existiendo aunque no las veamos. Un niño de ocho meses no es capaz de razonar que aunque mamá haya desaparecido, ella regresará. Es por ello que llora cuando su madre sale del cuarto o desaparece de su campo visual.
Camino a la independencia
Durante la etapa de auge de la ansiedad por separación -entre los doce y los dieciocho meses-, el bebé no sólo llora fuertemente, ahora ya puede correr para aferrarse a las piernas del padre que desea marcharse. Sin embargo, también tiene más recursos para lidiar con la separación. Comienza a establecer recuerdos: cuando tomas tu bolsa, sabe que significa que te irás, pero en otras ocasiones en que lo has hecho, también regresas.
Hacia los dos años, el vínculo establecido con mamá, papá y otros adultos que lo cuidan con regularidad, es utilizado como una base de seguridad. En el parque, el niño sale a explorar, juega un poco y regresa momentáneamente a donde se encuentra el padre. Si todavía no lo has hecho, éste es un buen momento para comenzar con actividades de grupo como las clases de gimnasia para bebés, música o grupos de juego informales, donde puede convivir con otros niños teniendo a mamá cerca. Permite que el niño se incorpore al grupo cuando él lo decida, no lo presiones. Lo puedes animar suavemente, pero respetando su necesidad de jugar solo o mirar durante un tiempo.
¡A la escuela!
La experiencia del kindergarden es completamente diferente de todo lo que el niño ha experimentado hasta el momento. Normalmente, un niño de tres años ha tenido algún tipo de experiencia con la separación. Al principio, la meta de la escuela es desarrollar la confianza del niño en que sus padres regresarán a recogerlo; más adelante, se trata de hacerlos sentir cómodos en el nuevo ambiente. Tú puedes hacer mucho para facilitar la separación:
Llévalo a conocer el terreno. Algunos kinders ofrecen una sesión para que los niños acudan a conocer el ambiente escolar con sus padres. Si no es así, pide que te permitan hacer un tour junto con tu hijo. Enséñale el salón de clases, el patio, los baños; permite que vea a los maestros y sus compañeros en acción.
Pregunta y cuéntale. Obtén la mayor cantidad de información posible acerca de la escuela y la rutina diaria y tradúcela en términos que tu hijo comprenda. Haz preguntas específicas: ¿cómo se llaman sus maestras?, ¿puede llevar su cobijita u oso favorito?, ¿quién lleva a los niños al baño? Pregunta cuál es la actividad normalmente programada para antes de la salida. Así podrás asegurarle: “Después de que terminen el lunch, voy a estar esperándote afuera”.
Practica la separación. Si nunca haz dejado a tu hijo en una guardería o al cuidado de otra persona de confianza, es buena idea hacerlo un par de veces antes del comienzo de la escuela. Así le proporcionas experiencias que quedan almacenadas en su memoria.
Ajusta tu rutina. La adaptación será mucho más difícil si, además de la separación, el niño tiene que lidiar con un cambio drástico en sus hábitos y horarios. Un par de semanas antes del inicio de clases, comienza a despertarlo a la hora indicada para estar listo para la escuela, y ajusta su hora de acostarse. Pregunta a qué hora toman los niños su lunch, y ofrécele en casa un pequeño bocadillo a esa hora.
Muéstrate alegre. Aunque seguramente tú también te sentirás nerviosa, demuéstrale a tu hijo que estás entusiasmada ante el prospecto de la escuela. Los niños a esta edad son muy sensibles a las señales que sus padres envían. El niño percibirá miedo o incertidumbre en tu semblante, aun cuando tú le digas lo contrario. Ten cuidado con los comentarios que hagas acerca de la escuela cuando hables con otros adultos frente al niño.
Despídete. Si te marchas cuando el niño esté distraído, perderá confianza en ti, y al día siguiente probablemente llorará y se aferrará con mayor intensidad. Una despedida firme y breve es lo más recomendable.
Recógelo puntualmente. Si tardas a la hora de la salida, el niño temerá que su peor miedo -mamá nunca regresará-, sea realidad.
Dale tiempo. Algunos padres, preocupados por el llanto de su hijo durante los primeros días, juzgan prematuramente que el niño no está listo para la escuela. No temas preguntar a la maestra cómo se comporta el niño una vez que te marchas. Quizá te sorprenda saber que, después de un periodo de llanto, el niño disfruta del nuevo ambiente.
Valida sus sentimientos. No niegues lo que tu hijo pueda estar sintiendo. Puedes decir: “Cuando vamos a lugares nuevos y conocemos gente distinta, a veces tenemos miedo o sentimos tristeza”. Recuérdale luego alguna experiencia positiva que haya tenido durante una separación: “¿Te acuerdas aquella vez que te dejé con la abuela y la pasaste muy bien?”. Pregunta a tu hijo en qué consisten sus miedos o elabora una situación de un niño que no se quiere separar de su mamá para ir a la escuela, utilizando muñecos; así obtendrás algunas claves en cuanto a las preocupaciones de tu hijo.
Efectos de la separación en los padres
La ambivalencia es un sentimiento muy normal en los padres. Por un lado, te sentirás orgullosa de que tu pequeño haya llegado a este escalafón tan importante en su desarrollo. Por el otro, te preocuparás de que se le cuide y atienda bien. Es normal experimentar cierto grado de ansiedad cuando el pequeño va a la escuela por primera vez. A medida en que compruebes que tu hijo se adapta y se le atiende debidamente, tu sentimiento de bienestar debe regresar.