Cómo criar niños felices
Una vez cruzada la línea de la infancia, no se puede volver a recuperar su magia, sólo queda un sentimiento de nostalgia. Se le puede recuperar en esos momentos encantados cuando se vive de cerca la infancia de los hijos. Estos instantes sólo parecen preciosos cuando ya se han ido. Se van para siempre, para los niños y para sus padres.
Los más beneficiados en la convivencia entre las generaciones no son los padres, sino los hijos. Los niños aprenden a ser grandes hombres o mujeres, que se interesen por ellos y ellas. Se requiere de cierta alquimia para convertir a un niño en un adulto feliz. Tener una infancia muy feliz, no es garantía para no ser un adulto desdichado. No existe receta para la felicidad, pero los investigadores han identificado los ingredientes básicos. Les presentamos estos ingredientes en frases para que se las digan a sus niños. Para que surtan efecto hay que repetírselas mil veces durante la infancia, porque las cosas importantes de la vida no se dicen una sola vez.
Sé un buen amigo. Los amigos ayudan a superar muchos de los tropiezos de la vida. Las amistades más firmes y duraderas suelen comenzar en la infancia. La mayoría de los niños encuentran un compañero con el que descubren cómo es la vida, y con quien comparten las alegrías y las penas que surgen mientras van creciendo. Es bueno hacer del hogar un sitio donde los amigos de sus hijos se sientan a gusto.
Cuida tus buenos modales. Estos consisten en ser amable, felicitar a quien lo merece, saber jugar en equipo, hacer pequeños sacrificios. Los niños aprenden esto a través de sus padres. Los buenos modales son los cimientos sobre los cuales se erige la educación. Un niño amable y respetuoso se convierte en un adulto preparado para hacer amigos, relacionarse con personas del sexo opuesto y salir adelante en las entrevistas de trabajo. Las personas responden a los buenos modales; es el idioma universal del comportamiento humano.
Respeta los sentimientos de los otros. Esto los ayudará a desarrollar una mayor sensibilidad para comprender mejor los sentimientos y las experiencias de los demás. Podrán percibir a sus padres como seres humanos que se cansan, sienten y luchan, y aprenderán a tener consideración con ellos y a colaborar en el hogar.
¡Lo lograste, felicidades! Ningún logro es tan insignificante que no merezca un elogio. Elogiar los logros del niño no sólo le causa a él un enorme placer, sino que además fortalece las redes neuronales, sobre todo las relacionadas con las emociones que siguen desarrollándose en la adolescencia. Si los progresos de un bebé se reciben con indiferencia, los circuitos no se fortalecen y él no vuelve a intentar cosas nuevas. Conversen mucho con sus hijos para conocer sus planes y poder brindarles un apoyo caluroso. De esta manera construirán la confianza de ellos mismos.
Ánimo, te repondrás del golpe. Para superar los malos momentos hay que aprender a resaltar lo positivo de casi todas las situaciones negativas. Cuando las cosas no se arreglan con un cambio de actitud, hay que enseñar a los niños a hallar paz en cosas que restablezcan su sensación de serenidad: leer un libro, escuchar música, dar un paseo, jugar o buscar un amigo. Los padres deben tener la madurez suficiente para ayudar a los hijos a afrontar una decepción.
Pregúntate “¿qué tal si hago esto?” Al examinar un problema encontrará la manera de resolverlo, y además aprenderá a encontrar alternativas ante las decisiones de la vida.
Valora el respeto, la inventiva y la responsabilidad. Algunos educadores familiares identifican estas tres características básicas como los principios que los padres deben inculcar a sus hijos para valorar en las personas.
- De quienes tratan de entender y se guían por las normas: respeto.
- De los que ponen en práctica nuevas ideas cuando sufren un revés: inventiva.
- De los que afrontan las consecuencias de sus actos: responsabilidad.
Te quiero ¡Qué bueno que eres parte de esta familia! Esta frase cubre cuatro necesidades básicas de todas las personas: atención, aceptación, aprecio y afecto. Le enseña al niño a sentirse parte importante de su familia y a crear vínculos de amor como hijo y como hermano. Si deseas tener niños sanos, debes proporcionarles una alimentación sana: lo que comemos hoy caminará mañana. Lo mismo se aplica al desarrollo del carácter: damos lo que recibimos. El amor y el cuidado que dediquen a sus hijos se revierte a una fuerza interior y una confianza que a la larga se traducen en una vida feliz.